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Se habla de debate

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El diario Juventud Rebelde, la revista Temas y el portal Cuba debate hablan a veces de debates. Supongo que sea el preámbulo de un tema soñado y pospuesto por la necesidad de supervivencia del grupo que se aferra al poder desde hace medio siglo. Tal vez la dinámica del milenio, algunos reacomodos, negocios o intereses internacionales los conduzca en breve por el camino del diálogo y la apertura, para lo cual conviene rediseñar un poco a la prensa insular, sujeta aún a batallas ideológicas, héroes y estadísticas poco creíbles.

Hablar de debates mientras se le niega el espacio a las fuerzas alternativas interesadas en democratizar a la sociedad, sacudir la parálisis institucional y liberar al mercado y a los ciudadanos de tantos controles absurdos, es una forma de ganar tiempo, omitir los hechos adversos y posponer los cambios reales que necesita la nación. La prudencia y el pragmatismo tienen sus límites.

A debatir se aprende debatiendo los problemas y las medidas que acaparen el interés de la mayoría. Los temas de una revista académica que cada mes convoca un panel de preguntas y respuestas, o algunas crónicas y acuses de recibo sobre aspectos tabúes en un diario capitalino, quizás sean el inicio del deshielo. Un deshielo que es inmune al calor y las voces soterradas.

Hay mucho lastre ideológico todavía, demasiado control sobre los medios masivos de información y cuestiones prohibidas como la represión contra la oposición pacífica, los presos políticos y la ausencia de los derechos civiles, en un país donde hasta los sindicatos responden a la administración y el Partido Comunista.

¿Cómo hablar de debates si la prensa obvia esos problemas y esquiva la corrupción, la centralización estatal, los precios abusivos, el cierre del mercado libre, las causas reales del desempleo y la miseria de millares de ancianos y mujeres que se prostituyen?

Ya se habla de ortografía, bullicios callejeros, pérdida de la jornada laboral y hasta de basureros urbanos y problemas con la vivienda. Se habla también de pelota, del embargo comercial de los Estados Unidos contra la isla y de los miles de médicos y maestros enviados por el gobierno cubano a otros países para enfrentar epidemias.

Más que debatir problemas esenciales, la prensa, la radio y la televisión cuentan viejas historias que embellecen el discurso del poder. Si hay debate no es en estos medios.
Quizás ese papel le sea reservado a ciertas instituciones. Internet, por ejemplo, aunque el acceso esté limitado por precios y regulaciones absurdas desde el Ministerio de Comunicaciones.

No percibo la polémica en Juventud Rebelde, en la revista Temas ni en el portal Cuba debate, lastrados por el control oficial. Lo veo, sin embargo, en algunos blogs y páginas virtuales que usan el ciberespacio sin permiso estatal. Es el caso de Generación Y, de Yoani Sánchez; del Semanario digital Primavera, que dirige Juan González Febles, y de decenas de ciudadanos que escriben sobre los problemas del país.

Hay mucho ruido y pasión entre los bloggers, bitácoras personales, crónicas, fotos, enfoques contrapuestos, análisis y hasta especulaciones. Así es el diálogo en su comienzo, sin hegemonía orientada.

La polémica no predomina todavía. Más que gestos hacen falta medidas y sucesos que desaten los cambios y el debate público. El país se mueve a paso lento sobre el eje oxidado del socialismo, cuyas verdades repite la prensa hasta el cansancio. Criticar las formas y evadir los problemas equivale a excluir y escamotearle la voz a tantos ciudadanos y páginas prohibidas, omitidas por  Granma y otros medios oficiales que hablan de debate.