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Ocelia  

Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Ocelia pasa hambre. Apenas subsiste con 200 pesos mensuales de pensión. Le descuentan 57, como pago de un refrigerador nuevo de reposición, 5 por la electricidad, 4 por el gas manufacturado, 3 por el agua. El resto, menos de 130 pesos (unos 6 dólares), se van en comida y medicinas.


Ocelia vive sola. Su hijo reside en el extranjero, pero, al parecer, no le va bien las cosas, porque apenas le manda alguna ayuda. Si en Cuba el gobierno reconociera la pobreza que padece buena parte de la ciudadanía, Ocelia aparecería en la lista de los más pobres.

La anciana tiene 85 años y padece de cataratas y glaucoma. Ya ni con gafas puede leer, ni ver la televisión. Comprende que la “Operación Milagro” y los médicos cubanos que andan visitando enfermos por calles y caminos intransitables de Venezuela, son sólo una parte de la campaña propagandística del régimen en el extranjero. La propaganda está destinada a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero llega al barrio habanero donde vive Ocelia.

Hace un mes dejó de funcionar su refrigerador nuevo, de los que se cambiaron como parte de la “revolución energética”  ideada por el Comandante en Jefe. EL suyo es uno más de los tantos que se dañan a diario, a pesar de que supuestamente tienen garantía de 3 años para la máquina, 2 para el mueble y 1 para los componentes. El refrigerador de Ocelia estaba fuera de garantía, pero todavía tendrá que pagarlo durante los próximos diez años.  

Las reparaciones menores se realizan a domicilio. Incluyen reposición del termostato, relay, junta de puerta y otros accesorios que ya escasean en los almacenes. La chapistería, el cambio de máquina o insuflarle gas al sistema de refrigeración son consideradas reparaciones mayores y sólo se realizan en el taller.

El taller que le toca a Ocelia se encuentra a varios Km. de su vivienda. Como la empresa tiene problemas con el transporte, ella tendrá que llevarlo y traerlo por su cuenta.


Pero a Ocelia no sólo la preocupa la manera en que va a transportar su refrigerador hacia el taller, o que allí la estafen, cambiándole partes y piezas que funcionan por otras defectuosas, lo cual es práctica generalizada. También a su cocina sólo le funciona una hornilla. La instalación eléctrica de su casa es más vieja que ella y el techo está a punto de derrumbarse.  

Ocelia, como la Revolución, está ya muy vieja y atrapada entre la locura y la miseria.