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Sí, a la Posición Común

Miguel Saludes

MIAMI, Florida, mayo, www.cubanet.org -El pasado lunes 17 de mayo Madrid fue escenario del homenaje a los demócratas cubanos, auspiciado por las FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) y las CES (Centro de Estudios Europeos). En la capital española coincidieron representantes de diferentes agrupaciones, intelectuales, ex presos políticos y fundadoras de las Damas de Blanco, hoy en el exterior. El gesto de reconocimiento solidario fue compartido con amigos del Partido Popular y destacadas figuras del mundo político latinoamericano, invitados al evento.

La convocatoria ocurre en un momento crucial para la sociedad civil cubana. Mientras el régimen castrista se reafirma en el poder mediante la represión y el control sobre los cubanos, por otro lado trata de limpiar su imagen. Con la complicidad de algunos políticos del viejo continente, en particular de España, hace enormes esfuerzos por acabar con la Posición Común europea sobre la situación política de Cuba.

Apenas unas horas después de concluido el homenaje, las calles madrileñas se llenaban del bullicio de decenas de delegaciones que participarían en la Cumbre de América Latina y Europa. Pero en ese encuentro el tema cubano no ocupa agenda.

Significativamente el preámbulo que lo antecedió dejó bien definido el concepto de que la causa de Cuba no debe dejar de ser la causa de Europa. No cabe otra posibilidad a la hora de defender los principios que representa la democracia española, debilitada por la actitud del Canciller Moratinos.

El esfuerzo para lograr la transición democrática en Cuba necesita del apoyo de Europa. Mantener la Posición Común es un ejercicio de responsabilidad que ya tiene objetivos directos: liberación de todos los presos políticos y de conciencia, dar voz a la oposición interna y el acceso de la Cruz Rojas y ONGs a las prisiones.

La concreción de esos puntos no entra en contradicción con los valores de la democracia. Mucho menos va contra Cuba y su pueblo, como intenta hacer ver la campaña desplegada por el régimen de La Habana y sus aliados.

Resulta evidente que el mensaje transmitido desde Madrid no es grato a los oídos totalitarios habaneros. No puede esperarse lo contrario cuando a estos llega el lema Libertad para Cuba, enarbolado ante centenares de asistentes a la sesión de clausura. La denuncia de Reyna Luisa Tamayo, madre de Orlando Zapata, el saludo de Laura Pollán, un poema en la voz de Raúl Rivero, la unidad ejemplificada en el caso de Consenso Cubano, reseñado por Marcelino Miyares, el testimonio de Miguel Sigler Amaya, que conmovió a la concurrencia con sus sinceras palabras, y hasta el humor punzante de Alina Fernández, resultan demasiado para la hipersensibilidad auditiva del castrismo.

El apoyo de las democracias europeas, y  del mundo, es de vital importancia en esta hora cubana. Así lo reconocen líderes políticos españoles del Partido Popular y afortunadamente muchos del gobernante PSOE. Criterio compartido igualmente por amigos de América Latina, como Jorge Quiroga y Alejandro Toledo, ex presidentes respectivos de Bolivia y Perú, y el escritor Mario Vargas Llosa, presentes en el acto.

Guillermo Fariñas expresó recientemente que los verdaderos patriotas cubanos están en la cárcel, en las calles o en el exilio. La frase del opositor es una síntesis exacta y abarcadora sobre el contexto e que se desenvuelve la sociedad civil cubana. Representantes de estas tres realidades se hicieron sentir en el encuentro de Madrid formando un bloque único, integrado por agrupaciones diversas, corrientes de pensamiento diferente, junto a intelectuales, obreros, ex presos políticos, Damas de Blanco, todos viviendo la amargura del exilio.

Y es que la realidad que acompaña a los que luchan por la democracia en Cuba está cruelmente signada por el tríptico señalado por Fariñas. Cárcel, calle y exilio.

La primera es el destino que suele esperar en el país a quienes se expresan sin miedo, hacen demandas abiertamente o exigen el respeto de los derechos humanos.

Hasta las calles se alarga la sombra de las rejas, amenazando a los que desafían al sistema, soportando presiones de todo tipo, sin trabajo y bajo vigilancia constante.

Cuando el hostigamiento y la marginalización llegan al límite, queda la solución extrema que deja el gobierno como salida a los irreducibles. El exilio se vislumbra cuando se agotan los recursos, o quedan vías de subsistir y mantener la resistencia adquiere connotaciones de locura heroica.

Mantener la Posición Común para apoyar la democratización de Cuba significa apostar para que en la Isla antillana cese el encarcelamiento a la libertad de opinión. Para que sus calles sean tribuna abierta a la libre expresión de cualquier ciudadano. Y donde la emigración sea un derecho opcional y no un destierro disfrazado de salidas definitivas, permisos de entradas, prórrogas de visado, y otras aberraciones que usa la dictadura para vejar, chantajear y confiscar la patria a los que nacieron en ella. Por ello hay que decir sí a la postura firme de todos los hombres y gobiernos de buena voluntad que se pronuncien sobre esos hechos.