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Las mafias que vienen (II parte. Final)

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Mañana el pueblo cubano vivirá en democracia y los acaudalados del socialismo, fieles o no al desgobierno, guiarán a su antojo la economía de mercado. Para entonces se abrirá la tan ansiada caja de Pandora. Sabremos si el clan Castro Ruz obró igual que su par dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Cargar con el tesoro público a costa del proletariado. En nuestro caso, en nombre del comunismo.  

Una de las compilaciones recogidas en Luces y sombras de Cuba, obra del abogado ensayista Luis Carbonell Cortina, revela una breve síntesis del testimonio de Rafael Díaz Balart ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado de los Estados Unidos. Díaz Balart, ex cuñado de Fidel Castro, dijo que Fidel le había comentado que se iba con los comunistas porque era la mejor manera de promoverse para un joven líder que pensaba en el futuro alcanzar el más alto rango. 

Y así estuvo sólo a la cabeza del negocio “revolución” hasta que el bloque socialista europeo y la ex Unión Soviética se anclaran a la economía de mercado y eliminaran la manutención a la mayor de las Antillas. 

En algo cambió la historia con la llegada del capital extranjero en los años 90. Algunos ministros y dirigentes de empresas se entendían con la moneda convertible. Baste mencionar los consorcios Cubanacán, CIMEX y Gaviota, con fachada en la empresa militar “socialista” y en el Consejo de Estado. 

De ahí que nuevos acaudalados aparecieran en la palestra. Unos afines con las reglas del clan mayor. Otros, desviados ideológicos que de tanto probar la miel del poder, terminaron en pijama, fusilados o tras las rejas con un pote de sopa de macarrones.  

Supongo que mucho hayan aprendido de la vieja Sicilia de Genserico y sus vándalos, hasta el clan napolitano de Salvatore Riina. Claro que hoy se sabe apelar a la carta de renuncia, en sustitución de la navaja, el plomo o el “lamentable” accidente de tránsito. Si aún prevalece el discurso de una sociedad justa y equitativa, suena risible que tanto inmobiliario, libre de auditorias, se mueva alrededor de los hampones con casaca.    

No me asusta mencionar nombres. Nadie busca ser un blanco para expertos represores. Lo hago y lo haré en nombre de la justicia, aún cuando suelo andar La Habana bajo el sólo amparo del Señor.  

Es probable que alguien apueste por los antifaces políticos, los trueques y las acciones financieras, justificadas a tenor de la salvaguarda revolucionaria. Poder es alcance y alcance le sobra al generalato, también al comarcano  Habaguanex, hoy estampado en la guayabera del “alcalde” de San Cristóbal de La Habana, Eusebio Leal.  

La historia, cuál quedó extraviada algún tiempo por el zumbido agudo de la “justicia social”, de vez en vez se asoma con un campanillazo. 

Un colega, al cual respeto mucho por su acertada orientación histórico-cultural, me comentó que Fulgencio Batista le facilitó el triunfo a Fidel Castro en 1959, por haber violado el orden constitucional después del golpe militar del 10 de marzo de 1952. 

Quizás me apresuré al contestarle que con Batista o no, Fidel llegaría al poder. Lo cierto es que jugó en los dos bandos, ortodoxos y comunistas, y esa letra le persigue.  

Para el período pos-comunista o pos-socialista, como le quieran llamar, la nomenclatura prepara las mafias que vienen. Con los que están puede ser. Y con los que no, también.