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Bañarse en Cuba

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - ¿Ducharse?  Sería una puntual expresión en boca de miles de cubanos al indagar si alguna vez en su vida han contado con el privilegio de poner sus cuerpos debajo de ese aditamento que facilita el disfrute de un espléndido aguacero artificial.

Innumerables familias, fundamentalmente las generaciones más jóvenes, desconocen las bondades de ese invento que facilita un baño más reparador. En los solares y cuarterías de la Habana Vieja, eso se traduce en una rara posibilidad.

El hecho de vivir una etapa superior del desarrollo tecnológico no quiere decir que esto sea un asunto marginal en comparación con las computadoras de última generación, la televisión satelital y cientos de productos de la revolución científico-técnica, al menos para una notable cantidad de coterráneos.

En Cuba todavía prevalece el cubo plástico junto al pequeño recipiente con que dejamos caer las poquitos de agua sobre las diversas partes del cuerpo. La garantía para este proceder, sobre todo para los habitantes del trópico, es voluble cuando se trata de Cuba. Existen zonas donde el agua llega a cuentagotas o cada varios días. Esto no representa los rasgos de una eventualidad para quiénes se encuentran en el centro de este dilema.

Emprender un agotador viaje para acopiar una determinada cantidad de agua es un ritual con múltiples practicantes en los barrios periféricos, aunque el problema también se manifiesta en sitios metropolitanos cercanos a los emporios turísticos de uso exclusivo para visitantes extranjeros.

A partir de la problemática  del abasto de agua afloran una serie de paradojas que dificultan la compresión del modelo político que rige en la Isla.

Bañarse, con ducha o sin ella, sigue siendo un asunto espinoso para muchos capitalinos. Por lo absurdo que resulta, es complicado abordar el tema y evitar denuestos.


Fundamentalmente si el interlocutor desconoce las especificidades de la vida en lo que se ha dado en encasillar como una alternativa socialista para los pueblos del tercer mundo.
Ser médico, ingeniero o abogado es más fácil que ponerse bajo la ducha.

La prensa oficial dio cuenta de la sustitución de viejas conductoras de agua para atenuar las dificultades en este servicio que afectan  a miles de pobladores del municipio Centro Habana. Las tuberías tenían casi un siglo de explotación, lo que impedía un suministro estable del producto debido a los salideros.

Se dice que alrededor de 10 mil personas serán beneficiadas. Una cifra minúscula dentro del cúmulo de afectados en todo el país.

No hay porque asombrarse si un cubano muestra sorpresa al preguntársele sobre los detalles a la hora de su aseo y refiere que la ducha es parte de un viejo recuerdo. En las barriadas más miserables, uno de los baños favoritos es a la intemperie bajo un torrencial aguacero o en las turbias corrientes de algún arroyuelo cercano.

En estos ambientes pensar en ducharse con una regadera portátil en el interior de un baño azulejado es una vana ilusión.