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Final inesperado

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La noche del 15 de marzo, mientras Cuba enfrentaba a Japón en el Segundo Clásico Mundial de Béisbol, doce jóvenes desafiaban el mar rumbo a Florida desde la costa de Guanabo, al nordeste de La Habana, por donde regresaron después de navegar 20 millas pues cinco de ellos entraron en pánico, aunque el motor de la lancha funcionaba bien, la corriente era favorable y el equipo GPS marcaba el rumbo programado mejor que una brújula.

Uno de los tripulantes cuenta que volvieron en silencio por la base de campismo, cerca de la torre de perforación de petróleo, lo que impregnó sus ropas al nadar a la orilla. “Abandonamos la embarcación y caminamos hasta la carretera, pero en vez del ómnibus llegaron dos patrullas de la policía, alertadas por un agente que nos vio llegar. Eran las cuatro de la mañana del jueves 16”.

Otro de los jóvenes capturados expresa: “No llevábamos armas ni hicimos resistencia, pero nos pusieron la pistola en la cabeza y nos esposaron como si fuéramos invasores o delincuentes. Entre gritos, insultos y amenazas, los policías y los oficiales de la Seguridad del Estado que nos interrogaron durante 12 horas en Guanabo acentuaron nuestra frustración y el deseo de volver a escapar de Cuba”.

“Los tres oficiales de la Seguridad son menores de 30 años. Dos blancos y uno negro. Todos expertos en tortura psicológica. Mientras investigaban nuestros antecedentes trataron de enfrentarnos para obtener información. Cada dos horas volvían a preguntar: ¿Por qué te quieres ir del país? ¿No sabes que tenemos el poder y representamos la ley? ¿Crees que vas a ser libre en los Estados Unidos? ¿Qué contactos tienes con los defensores de los derechos humanos?”.

Como los jóvenes detenidos en Guanabo no tenían antecedentes penales ni contactos con la oposición pacífica, los agentes de la Seguridad del Estado ordenaron su liberación. La policía les impuso una multa de tres mil pesos duplicable a seis mil en el segundo mes. Días después recibieron en sus domicilios la copia de la Resolución 16/09, expediente 30.09 de la Capitanía del Puerto de La Habana, la cual no consideró el delito como salida ilegal del país, sino como “tenencia y operación de embarcación sin permiso en el territorio nacional”.

La salida ilegal es uno de los delitos más frecuentes en Cuba desde hace medio siglo. Millares de personas han sido encarceladas por esa causa. Más de 50 mil perdieron la vida en el intento. Según las estadísticas de los Estados Unidos 14 mil 61 cubanos pidieron refugio en su territorio durante 2008. Entre octubre de ese año y marzo de 2009 llegaron a las costas de Florida 437, mientras 415 fueron interceptados por los guardacostas y repatriados a la isla.

Los jóvenes que me ofrecieron su testimonio se sienten frustrados, pero no pierden la esperanza de emigrar al norte. No saben cómo cambiar a su país para vivir en libertad y acceder a las posibilidades que les niega el régimen socialista.