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Ballet en el patio de un solar

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - En el año 1940 la sociedad cubana Pro-Arte Musical estrena Dioné, el primer ballet cubano. Con música del compositor Eduardo Sánchez de Fuentes, este intento de vincular nuestras raíces con la danza clásica no logró sus propósitos: montes, güijes y aborígenes fueron sustituidos por espesos bosques, seres mitológicos y nobles del viejo continente, ajenos a nuestra nacionalidad. Sus únicos elementos autóctonos, como parches añadidos, fueron los vientos de un  huracán el vuelo de los murciélagos.

En Dioné prevalecieron los prejuicios de la época: todo lo culto y verdaderamente valioso tenía que venir de Europa. Nuestra cultura era cosa de indios con levita o negros bozales, práctica de las clases bajas e inferiores. De ahí que los implicados en la puesta en escena de este ballet no se atrevieron –o no les permitieron- recrear una situación dramática verdaderamente autóctona. El ballet no alcanzó el éxito por carecer de consistencia y credibilidad.

Siete años más tarde, Alberto Alonso creó la coreografía y participó en el elenco del primer ballet cubano cuya trama tiene lugar en el patio de un solar: Antes del Alba, llevado a la escena durante la quinta edición del evento anual de Pro-Arte. 

La puesta en escena desató inmenso revuelo entre los directivos de la institución. La protagonista de la obra, una viuda gravemente enferma, atraída por la bulla proveniente del patio de la casa de vecindad donde habita, fija su atención en una joven pareja que le trae dulces recuerdos de amores pasados y termina con su vida prendiéndose fuego.

¿Suicidio, tambores y sexo en una casa de vecindad? Tal propuesta era mucho más de lo que la sociedad mojigata de la época podía tolerar, puesto que mostraba comportamientos y estratos sociales de los que intentaba desentenderse. Los directivos de Pro-Arte, opuestos firmemente a la puesta en escena, finalmente la aceptaron: pero a condición de que Alicia Alonso, cuya fama era ya internacionalmente reconocida, interpretara el papel protagónico.

Aunque algunos cronistas de la época lo clasificaron como tentativa malograda de elevar al plano de lo culto los elementos del folclor popular, a pesar de que ni un solo bailarín de piel negra participaba del elenco, la crítica celebró entre sus elementos meritorios, la Columbia de Chela y la Guaracha inicial, ritmos que caracterizan el mestizaje cultural del que somos resultado y que constituyen orgullo de nuestra identidad nacional. Así nació el primer ballet realmente cubano.

Algunos años mas tardes la escuela de ballet cubana recorrería los mejores escenarios del mundo, alcanzando el prestigioso lugar que hoy ocupa en esta modalidad de la danza.