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La Unión Europea y el gobierno cubano

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La Unión Europea realiza conversaciones con el gobierno de Cuba en Bruselas. Parece creer en las promesas de las autoridades cubanas, que ni siquiera cumplen a nuestro pueblo, y en su disposición enunciada de abordar todos los temas, más bien de escuchar, tomar notas y posponer respuestas. ¿Es realmente un diálogo? ¿Qué frutos ha tenido hasta el presente? Sería oportuno que consideraran que el apego al poder absoluto trae un verano caliente y un futuro nebuloso.

2009 comenzó con una pálida celebración del aniversario 50 de la revolución.  Pero el 1 de mayo se conmemoró por todo lo alto, con renovadas consignas de sacrificio, enfrentamiento y triunfo, como si se iniciara una gran batalla. Es el viejo estilo de que la mejor defensa es el ataque, y la intensificación del arreo al pueblo.

Pero el combate por fin debería ser contra la debacle económica que en los próximos meses caerá aún con mayor fuerza sobre Cuba y, por consiguiente, sobre los menguados recursos de los cubanos. El inmovilismo gubernamental se ha recuperado y ha provocado la parálisis del Presidente, que luego del movimiento de ministros, no ha levantado las prohibiciones absurdas sobre los ciudadanos y la estrangulación de las capacidades productivas y la economía en general. Producir cada vez menos, consiguientemente no tener que exportar, pero acrecentar las importaciones, hunde en un abismo sin límites, al tiempo que resulta difícil cumplimentar los compromisos de pago. 

La brecha no se puede compensar siquiera con la exportación de servicios a Venezuela, cuya capacidad de subvención al gobierno cubano se esfuma por la disminución de los petrodólares. También el Banco Central de Cuba ha impuesto limitaciones a los depósitos de las empresas extranjeras, posiblemente por dificultades para devolverlos.

En Cuba hace muchos años no se realizan nuevas inversiones productivas, y las capacidades existentes decrecen como consecuencia de la obsolescencia, la falta de mantenimiento y la descalificación o fuga del personal técnico y los trabajadores en general.  En los pocos reportajes televisivos, se puede apreciar el calamitoso estado de las fábricas, que se caen a pedazos de viejas, no tienen condiciones mínimas para alcanzar adecuada productividad, seguridad del trabajo y, si son de elaboración de alimentos, carecen de higiene adecuada. Los servicios, la educación y la salud pública decaen lastimosamente.

No menos corroídas están las ciudades y pueblos.  Si tantas personas se quedaron sin viviendas como resultado de los huracanes de 2008 y los anteriores, fue fundamentalmente porque estaban en un estado casi de demolición o levantadas con materiales de muy mala calidad, incluidas maderas y metales de desechos.   Para poder reponerlas, se  alaba la recuperación de las maderas de los árboles caídos, fundamentalmente las palmas, cuyas hojas también cubrieron los techos de nuestros extinguidos indios.  En realidad recuperamos los bohíos y las chozas, después de 50 años de “avances y eliminación de las desigualdades”. 

Indudablemente, el pueblo cada día es igualmente más paupérrimo, mientras que los dirigentes para poder enfrentar sus responsabilidades adecuadamente ocupan las sólidas casas dejadas por la burguesía, con buen mantenimiento durante los 50 años transcurridos. Ellos también gozan de igualdad.

Ya el transporte, que se recuperó algo con la adquisición de buses, principalmente en China, está mostrando los rigores de la sobrecarga, y sobre todo la necesidad de disminuir el consumo de combustible. También empiezan los cortes esporádicos de electricidad.  Esto augura que en los meses venideros se agudizarán las limitaciones, mientras no se aprecia ninguna perspectiva de llegada de los cambios estructurales y de concepto urgentemente requeridos para echar a andar la economía y la sociedad. 

Con propaganda política, actividades culturales muy plausibles para cultivar el intelecto y, para entretener parcialmente a parte del pueblo y encantar a la opinión pública internacional, así como visitas de dignatarios extranjeros, quizás se están auto engañando nuestras autoridades. Parece que el plato de buena comida en la mesa, todas las necesidades bien satisfechas, los autos con chofer y el aire acondicionado les nublan los sentidos para percibir la situación de los demás mortales, y para recordar que un país no se gobierna como un campamento militar.

Mientras, los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos continúan en las inhumanas prisiones, y el respeto a los derechos humanos y la democracia duermen el sueño eterno. Todo eso también deberían tenerlo en cuenta los gobiernos extranjeros. Este verano puede ser muy caliente, y el invierno al rojo vivo.  Aún es tiempo para los cubanos “halar parejo” y comenzar a recuperar Cuba sin mayor represión.