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Lo que va de ayer a hoy

Francisco Chaviano González 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubane.org) – “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado” – dijo Fidel Castro en una de sus arengas donde trastoca las bases del sentido común. Y en ese ahorcamiento de los hábitos vamos de un extremo al otro en muchas cosas: De una de las economías más eficientes de América pasamos a ubicarnos entre las más rezagadas; de ser la azucarera del mundo, dejamos de producir azúcar. También dejamos de tener el mejor tabaco del mundo; y el café de antaño brilla por su ausencia.

En la década de los años 50, tras la fachada de país en vías de desarrollo, Cuba estaba bastante próxima a alcanzar índices económicos y sociales del primer mundo. Hoy, tras la imagen de la medicina y la educación gratuitas,  centros de Ingeniería Genética, Biotecnología y otros; hay un país hundido en la miseria. El pueblo libre y trabajador devino un rebaño sumiso e improductivo. Dejamos de vivir de nuestro trabajo, para vivir de la maldad que nos impusieron: ahora malvivimos de la estafa, la extorsión, el espionaje y otros males. 

El Comandante no sólo confiscó las propiedades existentes, sino también los derechos del pueblo, la información y el control sobre los bienes públicos. De modo que nos dejó como un pollo pelado y nos entregó lo que sólo servía a sus intereses, llámese trabajo, estudio o información; dejó con ello sus manos libres para hacer con las arcas del Estado lo que le viniera en ganas. El sueño de los cubanos se convirtió en pesadilla. El país vive cual sanguijuela, apoderándose del 20 % de las remesas familiares; de la trata de profesionales que subcontrata a otros países en el extranjero, de cambiar servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad por petróleo. 

Cuando uno lee a Benigno, a Carlos Franki y a tantos otros se queda atónito con las cosas tan aviesas en que ha incurrido nuestro gobierno: el asalto de bancos extranjeros, la droga, el departamento MC, las orgías de los jerarcas, etc. Entonces creemos haber descubierto a quienes nos gobiernan, y pensamos que no nos volverá a engañar. De pronto, nos enteramos de algo nuevo, que nos deja estupefactos, y es que las patrañas del mal son inagotables. 

Ahora, luego del rechazo del Tribunal Supremo de Estados Unidos a la apelación de los cinco espías cubanos, el coronel retirado de la contrainteligencia y ex analista de la Agencia de Inteligencia Militar, Chris Simmons, acaba de destapar la Caja de Pandora. Según este Coronel, en los Estados Unidos hay más de 200 espías cubanos, decenas de ellos en las representaciones diplomáticas; 69 trabajan en altos niveles del gobierno de ese país y otros 12 en universidades.

Esta enorme red, según Simmons, se dedica a conseguir información para venderla a otros países, lo cual es una fuente de ingreso para Cuba. También advierte sobre la confabulación existente entre el régimen cubano y el iraní. Señala que la fuente principal de reclutamiento de agentes se encuentra en las universidades, lo cual convierte en un peligro el intercambio docente, y sobre todo, los viajes académicos a La Habana. 

Para algunos podrán parecer exageradas estas afirmaciones, pero nada es descabellado en estos regímenes. Alina Fernández, la hija del Comandante, denunció cómo, en un intercambio estudiantil con un país latinoamericano, a los estudiantes se les mostraba el supuesto paraíso que es Cuba y se les permitía disfrutar de lo lindo, para convencerlos de que se convirtieran en agentes cubanos.   

Los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina no escapan a esto. El otro día, un estudiante brasilero comentaba en una parada de ómnibus que prefería a Cuba para estudiar, quería hacer aquí algunas maestrías y postgrados, estaba obnubilado con la docencia cubana que valoraba entre las mejores del mundo. A su lado un profesor o sabe Dios quién, alimentaba su engaño. Cuba ha inundado a América de personas como esta, algunos se convierten en espías, otros en amigos comprometidos que luego ocupan puestos importantes en sus países, en cualquier sector, económico, político, militar o cultural.

El diablo vive, y con él su acción tremebunda. Necesitamos un cambio de todo, poner fin a la maldad, un cambio de Dios que nos devuelva a la vida.