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El miedo del padre

Yosvani Anzardo Hernández 

HOLGUÍN, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Los padres desean lo mejor para sus hijos. No obstante, el medio en que se vive impone sus condiciones y se ven cosas terribles. Hay muchos niños maltratados por padres que supuestamente los quieren, porque no existen normas morales ni legales que lo impidan, ni siquiera que los cuestionen. 

Estas son historias reales, aunque no quisiera que lo fueran, y estoy seguro que tú tampoco. Por eso comenzaré como siempre: 

Había una vez un obrero que después de muchos años compró un televisor que pagaría a plazos. Su esposa era ama de casa, laboriosa, de las que se devanan los sesos pensando qué inventar para la comida con los mismos y escasos alimentos de siempre.  

La hija tenía ocho años. “Los niños de hoy están echados a perder” –se dice, aunque no es verdad. Y se dice que eso se nota a las seis de la tarde cuando no se han bañado, ni cumplido con sus deberes, y el olor que destilan es inconfundible; los padres desvían a los niños cuando los malcrían demasiado.  

La niña, mientras jugaba, golpeó el televisor con una pelota y el aparato se rompió. La madre la golpeó dos veces con el trapeador y la mandó a acostarse.  

-Estarás castigada mientras me acuerde –sentenció la señora.  

Cuando el padre llegó, colérico, fue hasta la cama de la hija y le dio varias nalgadas. La niña no se movió; estaba muerta. 

Hay muchos casos parecidos. Los conocemos o hemos oído hablar sobre ellos. A los niños les gusta tocar las cosas, es una forma de conocer el mundo que les rodea, y cuando estos objetos son frágiles a menudo se rompen. 

Otro padre, de los que se matan trabajando para tener algunas cosas, cuidadoso de no golpear a su hijo en el cuerpo, lo castigó severamente pegándole con una chancleta de goma en las manos. El niño hizo alergia a los componentes químicos de la goma y sus manos se llenaron de úlceras. Todos pensaron que sanarían en cualquier momento, pero no fue así. Las úlceras crecieron, laceraron la piel y hubo que amputar las manos. El niño vio al padre en el hospital. Lo abrazó lo besó, y le aseguró que había aprendido la lección. Ese día, el padre se suicidó. 

No hablo de padres que odian a sus hijos, sino de padres que golpean a los niños porque no es ilegal y otros lo hacen.  

Los padres temen que le suceda algo a sus hijos, pero no temen a sí mismos sino a que el hijo sea infeliz. Quieren que el muchacho aprenda para que en el futuro sea "alguien" y viva bien, o por lo menos tenga mejores oportunidades. El padre teme que otra persona maltrate a su hijo y lo defiende de todos y de todo, pero ¿quién defiende a los hijos de la libertad de los padres para castigarlos? 

Aquella madre estará castigada mientras lo recuerde, el niño no volverá a tocar nada, y su padre dejó de matarse trabajando el día entero.  

En Cuba se habla mucho y se hace poco, o nada. Un día habrá leyes justas dirigidas a evitar estas cosas, y cuando eso suceda, tal vez los padres piensen antes de golpear a sus hijos, y puedan vivir felices para siempre.