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Remesas en fuga Jorge Olivera Castillo, Sindical Press LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El gravamen que le impusieron las máximas autoridades cubanas al dólar para neutralizar las medidas con las cuales el ex presidente George W. Bush buscaba limitar el flujo financiero hacia Cuba, resulta contraproducente Desde 2004, año en que se cruzaron el golpe de Bush y el contraataque de Fidel Castro, una indeterminada cantidad de los cientos de millones de dólares que llegan a la Isla, cada año, en forma de remesas familiares, se gastan en otros países de la región. Como ha ocurrido en el largo historial de prohibiciones, decretos restrictivos, y un sinfín de acciones que buscan consolidar el control social, nuevamente surge una vía para el lucro, que profundiza los desniveles de desigualdad entre la población. Hoy es natural toparse con alguien que compre esos dólares con el propósito de invertirlos en la compra de prendas de vestir, equipos electrodomésticos, y todo lo que reporte ganancia tras su venta en el mercado negro. La nota discordante se revela en que las adquisiciones se efectúan en centros comerciales de países latinoamericanos, donde es posible acceder a mercancías más baratas. Los beneficios pueden alcanzar entre mil y 3 mil dólares mensuales, de acuerdo a investigaciones realizadas para fundamentar este trabajo. Por cada 100 dólares, el comprador paga 87 pesos convertibles, es decir, 7 más que lo que establece la normativa estatal. Es posible que, a su vez, lo venda a 90 a las personas, nacionales o extranjeras que tienen la posibilidad de salir y entrar al país sin problemas. Hallar una respuesta coherente ante tal disparate, es perder el tiempo. Es más factible cerciorarse, una vez más, que vivimos a merced de la anarquía bajo un gobierno incapaz y sin voluntad para abandonar su visión ideologizada de la historia. Lo racional queda fuera de las prioridades. Lejos de una adopción abarcadora que sirva para poner en práctica los impostergables reajustes en todos los ámbitos de la sociedad. Tratar de controlarlo todo es la forma más expedita para no controlar nada. En ese juego han consumido medio siglo. Aterra conocer que lo hayan hecho tomando a un país como el tablero donde intercambiar absurdas y caprichosas estrategias. Los jugadores continúan con su pasatiempo. La nación desintegrándose y los dólares huyéndole al 20% de recargo. Aquí estamos a la espera de que la próxima regulación caiga, como sus predecesoras, en el mayor de los ridículos. Aguardar por la cordura y el sentido común, creo que es pedirles demasiado a quienes han gobernado desde la improvisación y la prepotencia. La avanzada edad de los principales miembros de la nomenclatura, es como un portazo para la esperanza de una readecuación del sistema a corto plazo, donde queden establecidas las pautas de una verdadera transición a la democracia. La coherencia, el pragmatismo y la descentralización, deben dejar de ser tres de las asignaturas pendientes. |