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Obama en la mirilla

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Uno de los acontecimientos políticos que más ha conmocionado al mundo en los últimos tiempos ha sido y será el ascenso a la primera magistratura de los Estados Unidos de un negro de origen humilde, descendiente de un africano musulmán.

En Cuba, el hecho ha tenido particular importancia, no por lo extraño del suceso, ya que nuestra historia cuenta con un guajiro mestizo, cortador de caña, retranquero, sargento taquígrafo, y en un tiempo semi analfabeto, que decidió los destinos de la nación por espacio de 20 años: Fulgencio Batista.

Se trata de una cuestión política con grandes implicaciones ideológicas, que contradice la tradicional retórica del régimen cubano. La satanización que de los Estados Unidos ha hecho durante medio siglo el gobierno comunista, queda mal parada con la presencia de Obama al frente de los destinos de la mayor potencia militar y económica del mundo. El castrismo se ha quedado sin argumentos frente a esa realidad. Como dice el dicho: Se cogió el rabo con la puerta. En consecuencia, se trata de nublar la enorme popularidad que tiene y las justas expectativas que despierta, el Presidente norteamericano, y ningún espacio más adecuado para hacerlo que la prensa.

El periódico Granma del 1ro. de junio, da a conocer los resultados de una encuesta de la firma Rasmussen Reports, según la cual el 28% de los consultados desaprueba con énfasis el desempeño de Obama.
En otra parte del despacho, tomado de Telesur, se dice: “Expertos sostienen que la crisis financiera, problemas sociales y las guerras de Irak y Afganistán, determinan el criterio ciudadano”.

Diez días después, el 11 de junio, en su página internacional, el propio diario retoma el asunto cuando hace alusión a otra encuesta de la misma firma Rasmussen Reports, según la cual un 59% de los estadounidenses muestra malestar por la situación interna de su país. En este caso, Granma basa su información en un despacho de la agencia Prensa Latina, hermana gemela de la venezolana Telesur.

Como vemos, el residente en la Isla está muy bien informado de lo que pasa en Estados Unidos aunque, como es de suponer, sólo de aquellos aspectos negativos de esa sociedad que son los mismos que en mayor o menor medida ocurren en  el mundo.

Pero el cubano, de lo que pasa en la Isla no conoce otra cosa que lo que dice la prensa controlada por el Estado, que sólo muestra los acontecimientos positivos y los otros que, sin serlo, son tergiversados de modo que lo parezcan.

Porque, ¿cómo podría interesarse un cubano por el nivel de popularidad de Obama, si desconoce el de Fidel y Raúl? ¿Cuál es nivel de aceptación que tienen el pueblo cubano por la obra gubernamental de los Castro, luego de medio siglo de gestión? ¿Qué por ciento de los cubanos muestra malestar por la situación interna en que vive el país? En fin, ¿Cuántos en Cuba quieren que sigan los Castro en el poder y cuántos abogan por un cambio de liderazgo? ¿De qué nos vale conocer tanto lo malo de afuera, si desconocemos los males de adentro?

A juzgar por el desarrollo de las reuniones celebradas hace dos años, cuando se le ofreció a la población la oportunidad de manifestarse críticamente sobre los problemas sociales -siempre que los criterios expresados no cuestionasen la bondad del castrismo- la opinión pública cubana se mostró favorable a un cambio estructural en la conducción de los asuntos públicos. La envergadura de ese clamor y su grado de radicalización no se conocerán mientras los cubanos no contemos con un marco mínimo de libertad de expresión, y nos hayamos librado de la paranoia que nos invade.

Como tal situación no se avizora en un futuro inmediato, seguiremos como hasta hoy, al tanto de los tropiezos de Obama e ignorando los desaciertos de Raúl y Fidel. Muchos piensan que este último sigue siendo el que verdaderamente “corta el bacalao” y lleva la batuta en las decisiones que toma el gobierno cubano.