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Palomas mensajeras

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La Dra. Hilda Molina abrazó a su familia el pasado 15 de junio. El viernes 12, junto a unos pocos amigos tuve la suerte de despedirla y desearle buen viaje. Luego, fue cuestión de leer los cables de la prensa internacional.

La Presidenta argentina recibió a la recién llegada; la prensa la sigue a cada paso. Recientes declaraciones de Molina al semanario Perfil provocaron la respuesta de las Madres de la Plaza de Mayo.

Las venerables señoras se ofendieron porque Hilda Molina dijo una verdad. Yo afirmo que es católica, debido al legado de una fe transmitida por su madre. Quizás, por eso la Dra. Molina prefiere no mentir.

Pero las poleas de transmisión de mensajes del gobierno cubano son largas. La Dra. Molina  acaba de recibir un mensaje del aparato represivo cubano. La Sra. Estela de Carlotto sirvió de paloma mensajera. Le indicó que lo mejor que podía hacer era mantener silencio.

Según informó la agencia EFE, de Carlotto dijo: “Creo que hay que llamar a silencio a estas voces. Acá no es una historia de decir dictadura a una gestión que se está preservando, por ejemplo, ante el bloqueo”.

Discurso más claro para un cubano, ni modo. Estamos acostumbrados a escuchar en boca de otros, mensajes emanados de ciertos órganos gubernamentales, que bien conocemos.
De Carlotto comete el inexplicable error de encontrar diferentes las dictaduras de derecha e izquierda. Para ella, la esencia dictatorial no es lo fundamental; el carácter ideológico, el tinte, es lo que le interesa.

Su actitud desenmascara su agradecida devoción por los gestores de las pretendidas reivindicaciones revolucionarias aportadas al pueblo cubano, que ciertos sectores latinoamericanos ensalzan, a pesar de que la realidad en  que vivimos los cubanos evidentemente los desmienten. De Carlotto ha oído lo que desea oír.

Nos apena su pérdida personal y lo que sufrieron los argentinos durante los siete años que vivieron bajo una dictadura de derecha. No obstante, el dolor no debe enceguecer la razón. Bajo cualquier dictadura, de izquierda o derecha, los pueblos sufren.

La Dra. Molina fue fiel a sí misma y a su conciencia. Quienes tuvimos el privilegio de conocerla en su patria, de escucharla de cerca en íntima charla sobre sus penas, temores, arrepentimientos, sinsabores y juicios desprejuiciados acerca de su existencia misma, sabemos de su calidad humana y su esperanza.

En Cuba pretendieron que callara y no expresara sus convicciones. No lo lograron. Puede ser que en la Patria de sus nietos, la señora De Carlotto tampoco lo logre.