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Como esto nada

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El miércoles pasado leí en El Nuevo Herald una nota sobre la cadena humana que atravesó casi toda la ciudad de Teherán en apoyo al líder opositor Mir Hossein Mousavi, principal contrincante de Mahmud Ahmadinejad, Presidente de Irán y patrocinador del terrorismo en el Medio Oriente, donde apoya a Hezbolá, Hamas y otras agrupaciones fundamentalistas que promueven la cultura de la muerte y el choque de civilizaciones.

Dos días después la televisión cubana pasó imágenes de las elecciones en Irán, exaltó a Ahmadinejad y despotricó contra Mousavi, quien exige un enfoque más flexible del gobierno iraní en las relaciones con Occidente, Israel y los Estados Unidos.

Es agradable saber que en Irán, a pesar de los extremistas musulmanes, existen manifestaciones previas a las elecciones y que los principales candidatos intercambian insultos. El régimen de los ayatolas está emparentado desde hace tres décadas con el gobierno de los hermanos Castro, quienes lo pusieron en contacto con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay a fin de forjar una alianza contra los Estados Unidos.

Al pensar en la dinámica interna de Irán, aliado también de Corea del Norte, socio natural del castrismo, vale pensar que el viejo imperio de los persas supera a la dictadura insular no sólo en recursos petroleros, la industria automotriz y la tecnología nuclear, sino también en cierta cuota de libertad, dada la existencia de propiedades no estatales y el forcejeo entre partidos y tendencias contrapuestas.

En Irán predominan los clérigos que temen a la democracia occidental y sueñan con un sultanato universal, pero hay bastiones liberales que luchan por modernizar el país. El Presidente Ahmadinejad exporta el fanatismo y la violencia, pero no masacra a sus oponentes internos. Los iraníes no dependen del gobierno ni este sobrevive de la ayuda exterior, como el régimen cubano, que vivió a costa de la antigua Unión Soviética durante treinta años y ahora flota con las subvenciones de Venezuela, país al que presta servicios de asesoría.

El totalitarismo cubano tiene más coincidencias con el régimen norcoreano que con Irán. Ambos comparten la ideología comunista, el nacionalismo a ultranza y la retórica agresiva contra enemigos reales o imaginarios. Pyongyang y La Habana cortaron las libertades de sus ciudadanos y castraron las fuerzas productivas de la nación.

Pero como esto nada. Cuba era una de las principales economías de la región hace medio siglo y ahora está en la cola inversa. Corea del Norte, entonces como ahora, vivía en la penuria, pero ahora al menos produce cohetes nucleares.

Los ayatolas de Cuba no toleran elecciones, pancartas ni caminatas públicas; cualquier opinión es un desafío. ¿Será nuestro líder tan revolucionario como Ahmadinejad y Kim Jong Il?