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El realismo socialista según Retamar

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Roberto Fernández Retamar no deja de asombrar. Hace unos meses, al presidente de Casa de las Américas no le tembló la gorra bolchevique ni dejó de darse sillón para escribir, en un artículo del número 80 de La Jiribilla: “En Cuba no se implantó nada parecido al nefasto realismo socialista”.


Inexplicablemente, Retamar lo atribuye a que Ché Guevara dio el tiro de gracia al realismo socialista en su carta de 1965 al uruguayo Carlos Quijano.  

Guevara era un hombre culto, que pudo haber sido, además de médico y militar, escritor, economista, y dicen que fotógrafo, pero no se le daban bien las querellas culturales. Según se desprende de la carta a Quijano, que luego fue conocida como El socialismo y el hombre en Cuba, a los intelectuales díscolos (con su pecado original a cuestas) también los debían ingresar en los hospitales psiquiátricos donde irían a parar todos los majaderos que no estuvieran a gusto en el paraíso revolucionario. ¡Tenían que estar locos para no aceptar tanta maravilla! 

El revolucionario argentino puede haber dado muchos tiros de gracia, pero del que, según Retamar, aplicó en la sien del realismo socialista, nadie se enteró. No fue porque medio trotskista y tan dado a los tiros de gracia como era, no hubiera tenido ganas de darlo, siquiera por molestar un poco al imperialismo soviético; pero cuando se celebró el Congreso de Educación y Cultura de La Habana en 1971, que marca el inicio del Quinquenio Gris, Guevara llevaba 4 años enterrado en un sitio oculto de la geografía boliviana.
    
No sé por cuál galaxia andaría Fernández Retamar en los años 70,  cuando los poetas que no fueron silenciados tuvieron que escribir novelas policiales para concursos de las FAR y el MININT, los dramaturgos tenían que escribir obras con moraleja proletaria y las películas (de esclavos, mambises y milicianos contra “bandidos”, con música del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC) parecían producidas por Mosfilm. 

Manuel Cofiño no fue Mijail Sholojov, ni  Rogelio París, Eisenstein, pero si lo que los comisarios quisieron entronizar en Cuba no era el realismo socialista, que salga del infierno el camarada Stalin y así lo certifique.

Pero Fernández Retamar suele ser distraído. De las reuniones  en la Biblioteca Nacional en junio de 1961, sólo recuerda el discurso del  Máximo Líder. Lo escuchó con devoción religiosa, la vista fija en la pistola que reposaba sobre la mesa. No supo qué dijeron los intelectuales. Retamar no escuchó a Virgilio Piñera cuando se atrevió a decir que sentía miedo. El miedo de Retamar era mucho más. 

Dice Fernández Retamar que de las muchas intervenciones en la reunión, “al parecer no existen transcripciones”. Eso le pasa por negarse a leer la revista Encuentro de la Cultura Cubana, que hace varios meses publicó algunas interesantes transcripciones de aquella reunión de hace 48 años en que quedó al arbitrio del Comandante y sus comisarios culturales (Retamar entre ellos), decidir qué estaba dentro o fuera de la revolución. Por suerte, Retamar asegura que se cuenta “entre quienes piensan que dentro de la revolución se incluye la crítica a lo que se considere errado”. 

Concluye el artículo de Retamar para La Jiribilla: “Ni el terrible y recrudecido bloqueo, ni las enormes dificultades del período especial en tiempo de paz, ni siquiera nuestros errores e insuficiencias han impedido que florezca, desde la base hasta lo alto, la cultura de hoy y de mañana…”.  

Es cierto, y el hecho de que florezca a pesar de otros muchos factores negativos en este medio siglo de infortunios, habla mucho de la fuerza de la cultura  nacional y para nada a favor de los comisarios y los censores.

luicino2004@yahoo.com