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El casco y la mala idea

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Todavía algunas personas me preguntan si aquellos televisores soviéticos a color que se ensamblaban en Cuba a finales de los años 80 y principio de los 90 del pasado siglo, eran de factura nacional. Seguro que otros se preguntarán también el origen del ómnibus Girón V, el ventilador IMPUD, la tela de la camisa Yumurí, la bicicleta Forever o la maquina cortadora de caña KTP-1.  

Pero no sólo sobrevivimos a las diferentes crisis con el ensamblaje de tecnología ajena. También se ideó el perfeccionamiento empresarial con el consiguiente estímulo en divisas. A pesar de todo tipo de esfuerzos por mejorar el salario básico de un obrero, como decimos en buen cubano, “la cuenta nunca dio, ni dará”.

Sucede que viví del ensamblaje de estos telerreceptores porque trabajaba como radio mecánico vinculado a la empresa Industria Electrónica (IEC), complejo industrial que aún existe en el municipio capitalino Boyeros, y hoy ensambla la marca de televisor ATEC-Haier de tecnología china. 

En ese período, la crisis que heredamos del antiguo campo socialista estaba en pleno apogeo. Pequeñas y medianas empresas administradas por el Estado, buscaban alternativas para evitar un éxodo de sus trabajadores. Surgía entonces el trabajo por cuenta propia, estrategia que generó subempleos e impuestos que amortiguaban el deteriorado engranaje salarial del Estado.    

Sin inmiscuirme tanto en esos contrapunteos políticos y anticonstitucionales que nos incitan a reflexionar día a día, quisiera saber ¿cuál es la impedimenta para una reapertura del trabajo por cuenta propia en Cuba? 

Si a raíz de una crisis, el gobierno habilitó licencias para la actividad económica individual a principios de los años 90, ¿por qué con otra crisis encima mantiene congelado estos permisos y obstruye los pocos negocios que quedan? 

Decía Fidel Castro el 8 de junio de 1959, en su discurso pronunciado ante un grupo de juristas: “Una revolución implica cambios, cambios que necesariamente chocan con el estado social existente, las fuerzas de los que han estado detentando el poder y los privilegios, las cuales, lógicamente, tratan de defender por todos los medios posibles esas ventajas que han estado disfrutando; no se resignan tranquilamente a perderlas”. 

¿Qué decir de aquellas palabras, pronunciadas a tenor de los cambios sociales y políticos que poco después, con sus aciertos y desaciertos, se consolidaron en función de las masas? 

Nuestro panorama social de hoy requiere de una nueva vestidura. Por ahora, digan lo que digan o hagan lo que hagan, la sociedad por sí sola sobrevive en todas las direcciones posibles. 

Dicen que en materia laboral, lo más sensato del proyecto raulista es consolidar la resolución 09 del Ministerio de Trabajo, y así eliminar poco a poco el subempleo en el sector privado. 

Al parecer el gobierno apuesta por la fluidez del trabajo ideológico en su precepto laboral más difundido después del XIX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el obrero “dueño” colectivo de los bienes al servicio de la sociedad. Para que se entienda, buscar la relación entre productividad e ingresos del trabajador.   

Ahí está la respuesta de cómo acorralar los pequeños negocios en manos de particulares. ¿Se les olvido a los dirigentes de este país que el sistema salarial se nutre con parte de los impuestos que recoge la Oficina Nacional de Acción Tributaria (ONAT) de sus asociados cuentapropistas?    

Se trata, por parte del gobierno, de amasar el poder inventando formulas anti crisis que sólo generan insatisfacciones laborales. Después de implantar la resolución 09 del Ministerio de Trabajo el pasado 15 de diciembre, muchos organismos de la producción y los servicios no le encuentran su acotejo. 

Como dijera Fidel Castro en 1959: “La revolución implica cambios”. Se lo creyeron y aún se lo creen. Como también se imaginaron que el televisor ruso era made in Cuba.  
Si aparece algo de aquellos aparatos o aún se escuchan secuencias de viejos discursos, tendrán sobre sí sólo el casco y la mala idea.