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Difícil de creer

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Un reportaje periodístico publicado en el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba a principios del pasado mes de abril, da cuenta de un hecho tan insólito que para la inmensa mayoría de la población resulta bien difícil de creer.

El suceso tuvo lugar en la provincia Las Tunas, 694 kilómetros  al este de la capital. Se trata de un vecino del lugar dedicado a la limpieza de calles que, mientras trabajaba, encontró una billetera con una considerable cantidad de dinero e inmediatamente la entregó a las autoridades de la ciudad.

La cantidad en cuestión representa una verdadera fortuna para cualquier ciudadano: 630 pesos convertibles, 355 euros y 400 pesos mexicanos. La cifra arroja unos 28 mil pesos cubanos luego de la conversión. El equivalente a algo más de 8 años de trabajo de acuerdo al salario promedio actual.

Pero si resulta difícil de creerlo dado el deterioro moral y la pérdida de valores que aquejan la sociedad cubana, realidad incuestionable que reconocen todos, incluyendo a los máximos dirigentes, el tono un tanto melodramático del reportaje y otras circunstancias alrededor del suceso incitan a la suspicacia.

Casi todo lo que rodea al hallazgo resulta inusual. Empezando por el nombre del protagonista, Zacarías Profeta Concepción Velásquez, coincidente con aquel personaje bíblico dotado del don profético, que vivió en el siglo VI antes de Cristo.

Zacarías Profeta, de cuya vida y origen apenas se habla, pese a ser el principal protagonista del suceso, se desempeñó durante 20 años como auxiliar de la policía de la localidad, ocupación poco propicia al cultivo y fomento de las nobles virtudes, a juzgar por la opinión pública que los denomina con el sustantivo “guarapitos”, y asegura que son peores que la policía. De ellos también se comenta que luego de jubilados resultan más dañinos que cuando están en activo. Precisamente por sus íntimos contactos con la policía, Zacarías tuvo la iniciativa de  dirigirse a la casa del capitán Mastrapa tan pronto encontró la billetera.

Como colofón del reportaje, y con el mejor tono conclusivo, los protagonistas se consumen en apologías a la revolución y al socialismo. Zacarías Profeta, por ejemplo, resume su actitud con la siguiente aseveración: “Por eso al devolver la cartera me sentí lo que soy en Cuba, millonario”.

El otro protagonista, el que extravió la billetera, al parecer de nacionalidad italiana, teniendo en cuenta sus credenciales, Arturo Cappolino, fue mucho más allá en sus declaraciones, y haciendo el panegírico del totalitarismo caribeño aseguró: “Por eso, si me preguntan, preferiré siempre vivir en un país como este, aunque tenga que comer boniato por culpa del bloqueo o vestir un pantalón roto, antes que vivir en otros, muy ricos, llenos de restaurantes con carne que no sabe a carne o de tiendas con trajes de última moda, donde las personas no llevan dentro lo mismo que ustedes los cubanos, y donde no se tiene igual seguridad”.

En cuanto a la seguridad, señor Cappolino, le concedo la razón. Cada cubano, de tanta seguridad que tiene, lleva a un agente de la Seguridad del Estado en la mollera, parecido al que llevaban los italianos en tiempos del Duce Mussolini. Por lo demás, le aconsejo que no salga a la calle con una cadena de oro puesta porque puede perder la cadena y hasta el mismo cuello.

Para terminar, querido Cappolino, ojala y nunca tenga que vivir a golpe de boniato. Siga con sus pizzas y sus coca colas. Con su cartera repleta de billetes viajando por el mundo como integrante que es de una sociedad libre. Se lo dice alguien que está impedido de visitar a su hija y a su nieto residentes en Suecia y que, luego de casi un año comiendo boniato por culpa de los ciclones y del bloqueo interno, ahora empieza a ver los primeros plátanos.