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La isla del circo

Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La sociedad cubana está enferma. Medio siglo de voluntarismo de un pequeño grupo ha dañado las relaciones entre las personas ¿Podría ser un proceso irreversible?

Cecilia, de 45 años, reside en Ciudad de La Habana. Es Licenciada en Psicología pero no ejerce su carrera. Trabaja  como dependienta en una cafetería que ha logrado sobrevivir a los embates del gobierno. Asegura que en Cuba se ha perdido el respeto al prójimo.

“No me gusta generalizar, pero puedo decirte que el respeto se ha perdido, en la familia, entre vecinos y amigos; está en un abismo. Y si hablamos de las generaciones que están creciendo, vemos que adolecen de toda regla, sencillamente no saben respetar”. Y continuó diciendo Cecilia:

“Tengo un hijo  de 16 años, hasta ahora he podido encaminarlo, pero no sé en qué momento se me puede contaminar. Está en la calle, tiene que estudiar, que relacionarse, y ahí es donde está el peligro. El principio que mis padres me inculcaron cuando era niña de respetar y considerar a mis maestros, a las personas mayores, a los vecinos, ya no existe”.

Y mientras la sociedad ha olvidado el respeto al prójimo,  la violencia se enseñorea en vecindarios, escuelas y los sitios públicos.

En el Instituto Pre Universitario en el campo, Antón Makarenko, en la provincia La Habana, durante una riña de becados, un alumno le clavó en la frente un azadón a uno de sus compañeros, según afirmaron varios testigos del incidente. Se desconoce si el joven murió o sufrió daños irreversibles.

En junio de 2008, en la escuela secundaria básica urbana Fructuoso Rodríguez Pérez, un niño dio muerte a otro de una puñalada en el pecho. Un anciano, vecino del lugar, dijo: “Y eso que aquí no se venden armas, si fuera como en otros países que donde quiera uno puede comprar una pistola, los muertos había que recogerlos con palas. Ya nadie se faja a los puñetazos, la gente corre a buscar un cuchillo, una navaja, un machete, lo que sea, con tal de hacer el mayor daño posible”.

Hace algunos días, en el reparto Eléctrico, Ciudad de La Habana, dos jóvenes se golpeaban en medio de la vía. La riña, que duró 30 minutos, fue alentada por las personas que se encontraban en el sitio. Los gritos de aliento a los combatientes llegaban de todas partes. Del bus que estaba detenido recogiendo pasaje salieron estas palabras: “Dale que tú puedes reventarlo”. Y de la acera de enfrente alguien vociferó: “Remátalo ahora que se cayó”.  Aquello se convirtió en un circo romano.

Las risas se multiplicaban entre casi todos los presentes, mientras los rostros ensangrentados de los jóvenes que no cesaban de agredirse, detenían el tránsito de los vehículos. Al final uno de ellos logró separarse y buscó algunos pedruscos, lanzándoselos a su contrincante, que los pudo evadir.

Aquella pelea no significaba nada comparado con el grado de exacerbación que mostraron las decenas de personas por aquel espectáculo de agresividad. ¿Qué estará pasando? ¿Nos estaremos convirtiendo en monstruos habitando una isla sin salvación?

amarilisrey@yahoo.com