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Alternativas para enfrentar la crisis (II parte. Final)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Esas medidas traerían extraordinarios beneficios sociales; serían fuentes de riquezas, empleo, flexibilidad para la económica en su conjunto, a diferencia de las empresas estatales que en un porcentaje muy elevado son rémoras improductivas e ineficientes, receptoras de subvenciones,  dilapidadoras de recursos materiales, humanos y financieros, que de esa forma se malgastan con un alto perjuicio social. Ejemplo de ello  es el pequeño sector privado de la agricultura, que con algo más del 20,0% de la tierra cultivable, sin recursos y múltiples prohibiciones, hoy entrega más del 60,0% del total de la producción agropecuaria nacional, además, paga  impuestos.

Cuando la Administración Obama ha abierto la posibilidad de mayor envío de remesas, el gobierno cubano podría alentar, con medidas económicas, que quien lo deseé las utilice en la creación y promoción de empresas en el campo y la ciudad, a través de adecuadas fórmulas fiscales, monetarias y crediticias, al igual que en otros países, con el objetivo de estimular el desarrollo nacional.

Los cubanos residentes en el exterior pueden ser un decisivo factor de desarrollo, por lo que deben recibir garantías para  traer sus conocimientos y recursos, y así coadyuvar con los factores internos en el desarrollo de Cuba. Resulta absurdo continuar con la práctica de conseguir la solución a nuestros problemas en otras naciones, cuando con más seguridad podemos encontrarla entre compatriotas. Por supuesto, habría que crear un ambiente propicio para que esa política pueda funcionar. Un marco jurídico adecuado es indispensable, así como  la determinación de abandonar esquemas políticos obsoletos que tienen entrampado el futuro de la nación. 

Al estudiar los éxitos económicos de China, se aprecia el indudable valor laboral de ese pueblo, pero también está la cooperación de la comunidad china en ultramar que, con sus conocimientos y capitales, ha realizado enormes inversiones en territorio continental. Cierto, nos encontramos en un momento de crisis poco propicio, pero terminará, y desde ahora deben tomarse medidas para favorecer ese rumbo.

También existe el enorme obstáculo de la situación anormal de las relaciones con Estados Unidos, pero con la diferencia de que ahora en esa nación, donde está asentada abrumadoramente nuestra comunidad en el exterior, gobierna una administración dispuesta a mejorar los vínculos con la Isla. Las demandas de gestos positivos hechas a las autoridades cubanas, como es la liberación de los presos de conciencia y políticos pacíficos cubanos, o la toma de graduales medidas democratizadoras, resulta erróneo verlas como interferencias extranjeras, cuando son urgentes requerimientos provenientes  del más alto interés nacional. 
  
Si la sociedad cubana empezara a cambiar positivamente, la repercusión internacional sería notable. La tendencia a la desconfianza sobre las perspectivas nacionales podría detenerse. Jamás podrá pensarse en inversiones extranjeras serias, sin la normalización de la situación interna y  el abandono de un sistema político y económico  totalmente desacreditado.

La peligrosa coyuntura que enfrenta Cuba refuerza la necesidad de hacer cambios y transformaciones radicales. El inmovilismo, de mantenerse, podría  conducir al caos.

 

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Alternativas para enfrentar la crisis (I parte)