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Alternativas para enfrentar la crisis (I parte)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La falta de preparación y el persistente inmovilismo gubernamental para enfrentar los efectos de la crisis económica internacional representan los peores aspectos de la situación que atraviesa la sociedad cubana. Un fenómeno global de tal magnitud siempre hubiera causado daños, como sucede en distintos  países.  Sin embargo, pudieron haberse atenuado si la sociedad estuviera mejor preparada para arrostrar esta peligrosa coyuntura. Objetivo posible, en alguna medida, si las promesas de cambios estructurales y de conceptos formuladas por el Presidente Raúl Castro en julio de 2007, se hubieran materializado.

Se ha perdido un tiempo precioso y, como consecuencia, ya hasta el gobierno reconoce los impactos de la crisis mundial sobre una sociedad que no ha superado los estragos ocasionados por la pérdida de las subvenciones del bloque soviético. Incluso puede afirmarse que se encuentra menos preparada para afrontar esta situación que a principios de los años 1990. Su infraestructura productiva está muy dañada por 20 años de Período Especial, y las condiciones políticas y sociales son  más adversas.

En estos momentos, lo peor que podría suceder sería que las autoridades mantuvieran su actitud inmovilista y la suicida obstinación  a negarse a emprender la liberalización de las fuerzas productivas, lo que permitiría poner en tensión las reservas humanas y materiales bloqueadas durante tantos años. Hay que dejar atrás conceptos fracasados y prejuicios absurdos para empezar a conjugar sin ambages el interés personal de los cubanos con los requerimientos de la sociedad. Esto no está en contradicción con la existencia de propiedad social, administrada por el Estado, como sucede en diversos países. Las distintas formas de propiedad en modo alguno se contraponen. Al contrario, pueden complementarse en un marco de libertades democráticas y justicia social; en un estado de derecho, donde los intereses de todos los ciudadanos sean considerados y respetados.

El gobierno ha reconocido la iniciativa privada, pero contradictoriamente sólo referida a los intereses foráneos, dando prerrogativas en algunos aspectos hasta censurables, como las existentes en el campo laboral, perjudiciales a los derechos de los trabajadores cubanos. En los  momentos actuales, cuando se habla hasta de “ahorro o muerte”, ¿por qué no se permite a los cubanos explotar masivamente y en propiedad los millones de hectáreas de tierra cultivable ociosa, y se les  apoya en un contexto de gestión flexible, para motivar el incremento de la producción agropecuaria y terminar la vergonzosa importación de más del 80,0% de los alimentos? Esa medida estaría en línea con los objetivos originales de la revolución, presentes en la Constitución de 1940; así como con las ideas martianas a favor de la “creación de muchos pequeños propietarios”.

Al mismo tiempo, ¿por qué no se deja de perseguir y obstaculizar el trabajo por cuenta propia, cuando lo que se necesita es ampliar su marco legal y promoverlo, creándose un mercado mayorista para que las personas dedicadas a esta actividad puedan obtener insumos y no estén obligados a recurrir al  mercado negro?

Se impone también la necesidad de que el Estado deje de administrar miles de tiendas, restaurantes y chínchales (micro fábricas) absolutamente incontrolables centralmente, a través de un proceso masivo de privatización o  de cooperativas, basado en la voluntariedad; en combinación con la posibilidad de que los ciudadanos emprendedores  puedan crear pequeñas y medianas empresas (PYMES), como  hicieron exitosamente China y Viet Nam en una primera etapa.