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Euna y Laura

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press  

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Estar una semana como huésped en algunos de los campos de trabajos forzados de Corea del Norte sería una pesadilla. Seis meses, enajenante. Un quinquenio, algo milagroso. Doce años, una mentira. No creo que nadie sea capaz de resistir tanto tiempo dentro de esos perímetros custodiados por la muerte.

Euna Lee y Laura Ling se enfrentan ahora a ese mundo delirante, después de  un dictamen inapelable del Tribunal Central, la máxima entidad jurídica de la nación asiática.

Cuatro días bastaron para fallar en contra de las dos periodistas norteamericanas, tras ser apresadas mientras realizan un reportaje sobre la difícil situación de los refugiados norcoreanos.

En su afán de profundizar en la cobertura del tema, ambas comunicadoras, según sus acusadores, traspasaron los límites territoriales que dividen a China de Corea del Norte.
Es asombroso que los verdugos comandados por Kim Yong Il hayan prolongado la vista oral por 96 horas para encontrar culpables a las reporteras del Current TV, una estación de la ciudad de San Francisco y fundada, entre otros, por el ex vicepresidente Al Gore.

Quizás hubo dos atenuantes para alargar el tiempo de la farsa judicial con el propósito de darle tan siquiera un barniz de legitimidad: primero que eran damas y segundo, su condición de extranjeras. No encuentro otras motivaciones para explicar esa “condescendencia” de los fiscales de Pyongyang. En eso de inventar delitos o adecuarlos a las exigencias del momento, tienen una vasta experiencia.

Aunque no tengo los detalles del juicio, dudo que algún abogado haya hecho acto de presencia, si es que existen en este país donde la ley suprema emana de los deseos y caprichos del máximo líder.

Puedo imaginar algunos detalles del juicio que sirvió como soporte “legal” para imponerle los doce años de cárcel a Euna y Laura.

En estas cuestiones deben ser muchas las similitudes entre Pyongyang y La Habana. Quizás en Cuba sea mayor la tendencia de hacer más creíbles los procesos penales de índole política.

No obstante, a pesar de los esfuerzos empleados con tales fines, es sabido que todo es parte de un montaje con el cual se pone en perspectiva un aparente clima de equilibrio, transparencia e imparcialidad.

En teoría se manifiesta el estricto cumplimiento de las garantías procesales, pero en esencia las condenas ya están dictadas de antemano.

Recuerdo las disparatadas acusaciones del fiscal, el apocamiento de la defensa, la mirada cómplice del jurado y los testigos manipulados por los acusadores. Fue el 4 de abril de 2003 que pude conocer el funcionamiento de esa maquinaria de terror e impunidad. Supe que no había posibilidades de absolución desde el arresto y posterior encausamiento. Todo estaba previamente planificado.

Es por eso que pienso en las dos indefensas periodistas estadounidenses finalmente sancionadas y remitidas a un campo de trabajo forzado.

Espero que pronto puedan relatar los pormenores de su tragedia al mundo entero, antes que el odio de los verdugos se torne mortal. Eso en Corea del Norte es una posibilidad real. Diría que un poco más factible que en Cuba.

oliverajorge75@yahoo.com