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No se recuperará jamás

Guillermo Fariñas Hernández

SANTA CLARA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La próxima pelea entre los gobiernos totalitarios y los democráticos en los predios americanos será la que defina si se respetan los principios democráticos o si éstos son declarados obsoletos en aras de una peligrosa y pretendida soberanía nacional que prime sobre los derechos y libertades del hombre.

Los periodistas-marionetas del sistema castrista, encabezados por el subdirector del oficialista periódico Granma, Oscar Sánchez Serra, han desatado una campaña para desprestigiar el papel de la OEA. El señor Sánchez Serra  está dirigido por el aparato político del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Estos ataques contrastan con los esfuerzos que llevan a cabo los aliados de Fidel y Raúl Castro en América Latina para lograr reinsertar al sanguinario gobierno de la isla en esta comunidad de naciones. Estos aspirantes a dictadores y los tiranos de facto conspiran para levantar la credibilidad del gobierno comunista.

A pesar de no poseer en estos momentos las descomunales ganancias obtenidas por los otrora altos precios del petróleo, el gobierno chavista invierte millones a manos llenas para sobornar a las naciones indecisas. El menguado poder subversivo de los petrodólares venezolanos trata de comprar las voluntades democráticas del hemisferio.

El aparato de control social cubano sabe, por sus eficaces redes de inteligencia en los países del hemisferio, que no todos están decididos a embarrarse aliándose con un estado comunista. Los gobernantes cubanos no conocen con certeza cuál pudiera ser el desenlace final.

Acuden al burdo ardid de presentarse ante la opinión pública nacional e internacional como si no les interesara ser admitidos nuevamente en la OEA. La declaración de obsoleta a la decisión de 1962 les da alas y ahora se vanaglorian de nunca haber querido regresar a ese “ministerio de colonias”, como la llaman despectivamente.

Esos líderes incendiarios como Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, son hipócritas. Se autoproclaman adversarios ideológicos del imperialismo yanqui, el capitalismo y la sociedad de consumo, pero desean recibir prebendas económicas de Washington.

Ya el plan está trazado y el propio Fidel Castro lo ha reconocido en sus reflexiones publicadas sistemáticamente. Ellos, que se sienten fuertes políticamente, pulsan por dividir a la OEA. Todo en caso de que el discriminatorio sistema comunista impuesto en la isla hace 50 años, vuelva a ser aceptado.

Quienes representan a los pueblos americanos se encuentran ante una encrucijada crucial. Pues se comportan con firmeza y rechazan a un violador confeso de la Declaración de los Derechos Humanos, o aceptan la escisión de una estructura continental, cuyo principal mérito fue bloquear al comunismo durante la guerra fría.

Muchos son los americanos que prefieren una OEA fragmentada que desacreditada, al no cumplir con sus preceptos de la Carta Inter Americana para la Democracia. La división pudiera subsanarse con el tiempo y la historia, pero el prestigio de la entidad no se recuperará jamás.

cocofari62@yahoo.es