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Continúan las destituciones

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) -  “El Consejo de Estado, a propuesta de su Presidente, previa consulta con el Buró Político del Comité Central del Partido, acordó liberar por solicitud propia, al compañero Francisco Soberón Valdés de sus responsabilidades como Ministro-Presidente del Banco Central de Cuba. El compañero Soberón también solicitó ser relevado de su condición de miembro del Comité Central del Partido y del Consejo de Estado y diputado en la Asamblea Nacional, después de 48 años de trabajo, con la intención de cumplir su viejo anhelo de dedicarse a escribir e investigar sobre finanzas internacionales, poniendo sus resultados a disposición del Partido y del Gobierno. Al tiempo que ratificó su voluntad de continuar colaborando en cualquier tarea que le encomienden Fidel y Raúl”; se anunció en una escueta nota en el diario Granma el 5 de junio.  

La singular y espectacular renuncia del Presidente del BCC se produce en un momento sumamente crítico para las finanzas de Cuba, cuando el gobierno afronta serias dificultades para pagar a los suministradores, realidad reconocida oficialmente, y se ha anunciando la posibilidad de que la economía pueda retrotraerse a los momentos más peliagudos del inacabado Período Especial.

La sorpresiva escabullida del supuesto zar de la banca cubana tiene que deberse a razones muy poderosas para producirse en condiciones tan especiales. Agrava el menguado prestigio financiero de Cuba, más aún cuando es muy difícil conseguir créditos dada la conjunción de las complicadas condiciones financieras cubanas, con la crisis económica internacional. Hay que ponerse en el lugar de los acreedores que, además de no cobrar sus préstamos, se enteran de que el supuesto presidente de la banca del país deudor, graciosamente reniega de sus cargos gubernamentales y políticos. Esto, sin duda alguna, acrecienta el ambiente de desconfianza hacia el mercado cubano.

Después de la renuncia que, según la nota de Granma, se produce para cumplir las aspiraciones del Sr. Soberón de convertirse en una especie de Carlos Marx del Siglo XXI, la situación  económica y política de Cuba muestra la tendencia al declive de manera más pronunciada y al surgimiento de fisuras adicionales en la ya deteriorada estructura de poder, seriamente afectada por el recrudecimiento de la crisis y la obstinada renuencia del régimen a realizar las transformaciones que con urgencia se requieren. Recuérdese, además, que esta sorprendente salida del renunciante se produce a pocas semanas de la defenestración de los “indignos” Lage y Pérez Roque, personajes que con él y otros tres  dirigentes formaron una comisión para encargarse de los distintos asuntos del gobierno cubano cuando enfermó gravemente Fidel Castro, a fines de julio del 2006.

La rara despedida de Soberón, en un país donde usualmente no se aceptan las renuncias, abre interrogantes sobre el futuro de una nación donde la crisis se profundiza. Si hasta el momento, como se reconoció en un programa de televisión en días pasados, sólo en los puertos de La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba se reciben cargas con productos del exterior, es posible que paulatinamente hasta esas menguadas importaciones se reduzcan significativamente.   
 
Mientras, la pobre producción nacional se asfixia por la carencia de energía, lo que puede apreciarse ya con la reducción de los deficientes servicios de transporte y los cortes de electricidad. Con ello, el gobierno aspira a reducir el consumo de portadores energéticos en nada menos que un 12,0% en el resto del año. En este clima de desconfianza e incertidumbre sólo es seguro que el nivel de vida de los cubanos continuará disminuyendo.