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El médico de la mafia

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press.

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Manolín se cayó de arriba de la bola. El Médico de la Salsa, como era conocido en Cuba este cantante de música popular, suena desafinado  en los escenarios de Miami.

El médico que nunca ejerció, o lo hizo poco, y el cantante que no fue pese a su popularidad en la Isla hoy, entre lágrimas y dentro de un auto aparcado frente al mar, en Miami Beach, entona una especie de bolero-nostalgia que se puede nombrar  Perdóname conciencia.

En un Mea Culpa escrito en su blog y publicado en Cuba bajo el título Bienvenido al infierno, Manolín dice sufrir la humillación de ser discriminado y no sabe cuántas cosas más, como todos los artistas cubanos que se van a Miami.

Por eso, con el pecho apretado ante la desaparición del joven reguetonero Elvis Manuel en el Estrecho de Florida, decidió no ser más parte de esa mentira y no callar frente a los falsos cantos de sirena orquestados por las disqueras Sony, BMG, entre otras dirigidas por la mafia de Miami.

“Yo pudiera decir que conocí el Infierno”, escribió al mejor estilo de la “tanguedia” Cuesta abajo: Si arrastré por este mundo / la vergüenza de haber sido / y el dolor de ya no ser.

Conmueve la honradez  del ignorado Manolín frente a la injusticia más grande del mundo. Provoca pucheros leer que aún le deben 37 mil dólares, y  por culpa de la maldad y el engaño su economía fue abajo, llegó el estrés, las discusiones familiares y decidió abandonar su casa y dormir en auto, frente al mar.

Nada, que al parecer, tanto en Cuba como en los Estados Unidos, si Tin tiene Tin vale. Y si Tin no tiene, ni timbales.

Pero del hueco se sale, aunque sea para otro. Si no que le pregunte a sus colegas emplantillados en las empresas de la música Ignacio Piñeiro y Adolfo Guzmán, cómo les va en el pentagrama paradisiaco que les ofrece el país.
Acá, ni aunque trabaje cien años le deberán 37 mil dólares ni dormirá siquiera en la cama de un camión.

Todo compromiso y alegrías, realizan giras nacionales en dos provincias del país que conmemoran la efeméride de la toma del pueblo por los rebeldes en el año 1958.

A ritmo de salsa y de timbales hacen vibrar  las casas de la música con cover en divisa, las tarimas levantadas durante los carnavales y el Festival del Son, seguros de que sus salarios de 400 ó 500 pesos mensuales, si no este mes, en cualquier  otro lo cobrarán.

Por eso me duele que Manolín se aflija y cante su palinodia desde un auto en Miami Beach. Es hora de que renuncie a ser el médico de la mafia. Regresar y convertirse de nuevo en el de la salsa. Aunque por acá no creo que encuentre muchos ingredientes ni deseos de cantar porque estoy arriba de la bola, / arriba de la bola. ¡Camina!