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Ni campesino, ni policía

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Los periodistas alabarderos de la prensa que controla el Estado cubano han recibido la orden de escribir y volver a escribir para que la juventud cubana no desdeñe el trabajo agrícola o el de policía, ese otro que “tanto necesita el orden público”.  

Las estadísticas, brindadas por la misma prensa oficialista son alarmantes. A través del periódico Juventud Rebelde se supo, en mayo pasado, que solamente 19 mil 964 jóvenes integraban las cooperativas campesinas del país, lo que equivale al seis por ciento de los trabajadores con que cuentan esas agrupaciones que aportan más del 70 % de los alimentos que consume el país.  

Es una realidad irrebatible que ni con la participación de la Unión de Jóvenes Comunistas -UJC-, o la puesta en marcha de círculos de interés sobre la agricultura para niños y adolescentes que viven en zonas rurales, se ha podido incrementar la cantidad de jóvenes que quieran sudar la camisa en el surco. El castrismo ha castrado aquella herencia guajira que poseían los cubanos de seguir el ejemplo de sus padres. 

Tampoco los jóvenes quieren ser policías. Para aumentar las filas de los guardianes del orden en la capital del país, donde más urge, hay que acudir precisamente a jóvenes del interior del país, que por lógica deberían asumir las labores del campo, pero que ansían vivir en La Habana.

Un joven periodista de los medios estatales, Luis Luque Álvarez, escribió una crónica el 19 de mayo pasado donde se lamenta de que en Cuba existan jóvenes con apariencia de hombres-lobos, vampiros, que realizan ritos satánicos, se sienten deprimidos porque están “hechos tierra”, sean agresivos, rebeldes, o estén enajenados.  

Es cierto, los jóvenes de los ochenta en nada se parecen a los de 2009. Una de las razones, pienso yo, es que estos últimos sobreviven bajo un régimen político fracasado. El periodista no piensa así. Según él: “Hay que sentarse a conversar con ellos, indagar por sus necesidades, por sus perspectivas de futuro… ¡y  saber suplirlas! La admiración es mía.  

¿Cómo el régimen podría remediar la carencia por la que atraviesa todo un pueblo, con excepción de la nueva clase? Ni campesinos, ni policías quieren ser los jóvenes cubanos de hoy. Se cumple el viejo proverbio: Quien siembra vientos, recoge tempestades.