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¡Sepulten a ese muerto ya! 

José Daniel Ferrer, prisionero de conciencia   

PRISIÓN PROVINCIAL DE LAS TUNAS, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En los primeros días de mayo los comunistas cubanos celebraron el natalicio de Carlos Marx: recibieron al primer ministro de Laos y al canciller de Corea del Norte, y dieron a conocer que a partir del próximo curso escolar reabrirán la carrera de marxismo-leninismo.  

Dicen que el marxismo está vigente y que es referencia para los procesos políticos, económicos y sociales que emergen en la actualidad. Dicen también que la determinación de Cuba y Corea del Norte de construir el socialismo y la unidad monolítica entre partido y pueblo, fueron destacadas en las conversaciones entre Ricardo Cabrisas, Vice Presidente del Consejo de Ministros de Cuba y Pak Ui Chun, Ministro de Relaciones Exteriores del demencial régimen norcoreano.  

Bien sabemos –norcoreanos, laosianos y cubanos– cómo se construye el socialismo y cómo se logra la monolítica unidad entre partido y pueblo: coacción y represión. Esa es la fórmula mágica.  

Estos señores, adictos al poder, están empecinados en reanimar a un viejo e insepulto cadáver; se resisten a inhumar una insana ideología que sobradamente demostró su inoperancia, y que mucho sufrimiento ha causado a millones de personas. Ya no saben qué perfume aplicar para disimular su mal olor. 

Los regímenes comunistas, en vez de alcanzar la sociedad sin clases y la progresiva extinción del Estado a que aspiraban Marx y Lenin, crearon una nueva y súper poderosa clase que explota como nadie al proletariado y lo hace, irónicamente, en nombre de la clase obrera.  

La nueva clase controla los aparatos políticos y económicos, y se perpetúa como nadie en el poder recurriendo a todo tipo de crímenes, con tal de no poner en peligro sus privilegios. La maquinaria estatal, en vez de disminuir adquiere cada día monstruosas dimensiones. 

En su encíclica Spe salvi sobre la esperanza cristiana, el Papa Benedicto XVI, refiriéndose a Carlos Marx, dice: “Su error está más al fondo. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables”.  

Y refiriéndose a lo que los comunistas llamaron fase intermedia de la dictadura del proletariado, el sumo pontífice expresa: “Esta fase intermedia la conocemos muy bien y también sabemos cuál ha sido su desarrollo posterior: en lugar de alumbrar un mundo sano ha dejado tras de sí una destrucción desoladora”.  

En lo económico, el fracaso de los regímenes marxistas ha sido estrepitoso. Fue la principal causa del derrumbe del llamado “campo socialista” o “socialismo real” en Europa del Este.  

La economía centralizada de cuartel es la causa fundamental del atraso y la miseria de Cuba, de Corea del Norte y también de la República de Laos. Aunque los comunistas de este último país, con la intención de progresar económicamente y dejar de ser la población más pobre del sudeste asiático, ha puesto en práctica políticas de privatización con favorables resultados. 

Fidel Castro, o quien redacta las llamadas reflexiones, viene elogiando profusamente el proceso económico de China –otra nación bajo un régimen comunista violador de los derechos humanos–, pero el desarrollo alcanzado por el gigante asiático nada tiene que ver con el colectivismo marxista; se debe al modelo de economía capitalista que ha adoptado, a las reformas que han puesto en práctica y que los Castro se niegan a realizar en nuestro país.

Los Castro, con los norcoreanos, representan el punto extremo de la ortodoxia marxista. De ahí que a casi 20 años del colapso del comunismo en Europa del Este, y de las manifestaciones prodemocráticas ahogadas en sangre en la Plaza de Tiananmen, se empeñan en revivir su cadáver, en vez de propiciar su debido entierro.