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Los sonidos del río

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

La Habana, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Silvina está preocupada. Desde hace dos semanas los clientes escasean en el banco de películas en DVD que mantiene a su mamá, su esposo y ella. Los tres en la tercera edad. El Guajiro le quitó el carro al hijo, para conducirlo él mismo. Teme que con los nuevos reglamentos del transporte privado, cargue con una multa o le confisquen el auto. Además, los pasajeros disminuyen. Hay poco dinero.

Felito salió a vender plátanos porque Tania vende menos cajitas de comida en estos días y compra menos alimentos. Hasta Matraca detuvo la venta de pan con jamón y queso a la plancha, después de sacar la cuenta de lo que gasta en comprar los ingredientes y la cantidad que se lleva a casa por la noche. Todos dicen que no hay dinero.

Los mensajes de la media oficial cubana no traen augurios menos tristes. Intensificaron  los llamados a tomar medidas de ahorro en un país donde ya la gente economiza cualquier cosa menos la risa.

Desde finales de abril se inició una campaña mediática para propiciar el ahorro de energía eléctrica en las dependencias estatales. En el primer trimestre del año, el Estado gastó más de lo previsto: 40 mil toneladas de petróleo.

De continuar la sangría de oro negro, al último mes del año dicen que el consumo alcanzará unas 255 mil toneladas. Las provincias más gastadoras son Ciudad de La Habana, La Habana y Matanzas. En ellas se concentran la mayoría de las industrias y dependencias estatales.

El edifico estatal aloja un babilónico aparato burocrático que no produce nada y consume combustible para generar electricidad a grandes mordidas. Mantiene una flota de miles de autos, camiones y buses solamente para transitar de un lado a otro con los únicos fines de mover una polea de transmisión de órdenes de arriba abajo y trasladar jefazos a reuniones ineficientes. Climatiza miles de oficinas destinadas a albergar un ejército de funcionarios y su papeleo. Resulta que el Estado cubano es el máximo despilfarrador de combustible.
La recuperación del transporte en la capital se ve amenazada con irse al traste, ahora por falta de combustible. Los fines de semana bajarán la salida de buses a un 70 %. En los meses de vacaciones escolares y de máximo calor será difícil salir de casa.

La situación del campo no es mejor. El 6 % de los trabajadores ocupados en tareas agrícolas son jóvenes, unos 19 mil 964, según cifras oficiales. Lo que indica que el relevo de los 300 mil campesinos que trabajan parcelas privadas y de cooperativas, productores del mayor volumen de productos agropecuarios de consumo, no está de ningún modo garantizado. De los jóvenes en edad no laboral, residentes en áreas rurales, la mayoría estudian profesiones u oficios desvinculados de las labores agrícolas. Posiblemente se trasladarán a las áreas urbanas, donde residen 8,4 millones de personas.

La escasez de recursos e insumos de trabajo, el pago retrasado de la producción, la falta de oportunidades en el sector, contribuyen al rechazo de la población para trabajar en la agricultura. El reparto de tierras ociosas avanza con lentitud.

“La economía está mala”, explica en cuatro palabras Ramona, la de los tamales. Ayer hizo una tanda y salió a venderlos de puerta en puerta por el barrio. Regresó con poco más de la mitad. Dejó unos al nieto y otros a los dos hijos que viven al lado. Pero ellos ignoran qué profundo es  el agujero negro de la economía cubana. Cuando el río suena…