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Un paso alentador Oscar Espinosa Chepe LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Con la aprobación en el Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes de Estados Unidos de un proyecto de ley que eliminaría la prohibición a los norteamericanos de viajar a Cuba, y mejoraría las condiciones para la venta de alimentos, se ha dado un paso importante para la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y terminar con una situación cada día más rechazada por los pueblos de ambas naciones. La iniciativa aprobada el 30 de junio fue presentada por Collin Peterson (demócrata), presidente del Comité, y Jerry Moran (republicano); 62 congresistas de ambos partidos la copatrocinaron, y la apoyaron 130 organizaciones agrícolas, empresariales laborales, religiosas, de política exterior, seguridad nacional, derechos humanos y otras. El proyecto de ley tiene que ser aprobado en los comités de Relaciones Exteriores y Finanzas, para después alcanzar su confirmación en el pleno de la Cámara, y luego en el Senado. En los últimos tiempos crece el apoyo en la sociedad de Estados Unidos a la eliminación de las restricciones y la normalización de las relaciones con Cuba. Estudios de opinión pública indican que tanto entre la ciudadanía norteamericana como en la de origen cubano existe mayoría a favor del cambio de la política hacia la isla, atrapada demasiado tiempo por concepciones absurdas y contraproducentes. Las generaciones más jóvenes de ascendencia cubana demuestran estar cansadas de la retórica extremista, que no ha dado resultados positivos, sino que ha brindado coartadas a los sectores más recalcitrantes del régimen de La Habana. En Cuba, la corriente de amistad hacia Estados Unidos es muy fuerte y se rechaza cualquier aislamiento, porque está claro que ha servido al gobierno cubano como instrumento para justificar su represión y el desastre nacional. Al Concierto por las Paz efectuado en septiembre de 2009, boicoteado por sectores minoritarios en Florida, asistió voluntariamente más de un millón de personas, fundamentalmente jóvenes, y cuando los artistas expresaron palabras de paz entre los cubanos y amistad hacia los norteamericanos, la multitud vibraba entusiastamente en claro signo de aprobación, lo que constituyó un plebiscito por el amor, el entendimiento y rechazo total al odio. Estudios de opinión realizados por organizaciones independientes cubanas muestran una abrumadora mayoría a favor de la amistad con Estados Unidos, en un ambiente de respeto mutuo. Esto no debe extrañar, dadas los tradicionales vínculos culturales e históricos entre nuestras naciones. Esa misma disposición ha tenido la Iglesia Católica, la institución independiente con mayor credibilidad, y recientemente 74 conocidos activistas de la sociedad civil dirigieron una carta a los congresistas norteamericanos en apoyo a la propuesta de ley HR 4645. Aunque las relaciones económicas, comerciales, artísticas, deportivas, académicas, religiosas y otras no cambian por sí solas, la realidad de un país, y no se piensa que por llegar los turistas norteamericanos a Cuba desaparecerá el totalitarismo, la historia demuestra que el encuentro entre los pueblos puede contribuir de manera significativa a impulsar cambios democráticos, objetivo sólo alcanzable en nuestra nación por la decisión, voluntad y esfuerzos del pueblo cubano. La diplomacia popular resulta muy valiosa en la lucha por la democracia. Esto se probó en Europa del Este y España, cuando iniciativas precisamente respaldadas por Estados Unidos, incluso durante administraciones republicanas -Eisenhower en España, Nixon en China y Europa del Este, y Reagan con el levantamiento del embargo de cereales a la antigua Unión Soviética, y el reforzamiento de la política de acercamiento selectivo- facilitaron el libre flujo de las ideas. La victoria obtenida en el Comité de Agricultura es promisoria y, sobre todo, oportuna, cuando se efectúan conversaciones entre la iglesia Católica Cubana y el gobierno, que pudieran permitir la liberación de los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, así como abrir las puertas a los cambios urgentemente necesitados por la nación cubana y a un diálogo más amplio entre los cubanos, sin exclusiones, donde por supuesto debe participar activamente nuestra comunidad residente en el exterior. De aprobarse la ley, sería un espaldarazo a este proceso, que dejaría a los elementos ultra reaccionarios dentro del gobierno, sin un poderoso argumento para seguir manteniendo el totalitarismo. |