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Un músico llamado Chori Valentina Cueto LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Las playas de Marianao fueron famosas en el pasado republicano no sólo por sus exclusivos clubes de recreo, a los que acudía la burguesa de aquellos tiempos para socializar. Estos centros se caracterizaban por su exclusividad. Se comenta que ni siquiera Fulgencio Batista fue aceptado en uno de aquellos sitios, por su condición de mulato. Cerca del antiguo club Náutico, uno de los más conocidos, existían otros centros nocturnos, abiertos a los bohemios, y a gente de menos recursos, donde se presentaban artistas locales, conocidos sólo por los que frecuentaban aquellos antros. En uno de ellos trabajaba Chori. El músico carecía de recursos e instrucción. Vivía en un solar de La Habana Vieja, y solía comer en el restaurante La Zaragozana, lo cual sería un verdadero lujo en los tiempos que corren. Chori era capaz de sacar música de cualquier objeto. En cuestión de minutos, con los tarecos más inverosímiles armaba una marimba frente al público con la que interpretaba todo tipo de melodías. Chori era un verdadero showman. Muchos piensan que no estaba en sus cabales al no aceptar la oferta. Benny Moré, Rita Montaner, Bola de Nieve, Celia Cruz, Olga Guillot, por tan sólo mencionar algunos ilustres, fueron embajadores de nuestra música en los escenarios internacionales. Los habaneros, que no conocían al Chori, vieron reproducirse el misterioso cartel, sospechando múltiples mensajes crípticos en su contenido. Pocos imaginaban que se trataba del último testimonio viviente de un artista popular, sumido en el anonimato. |