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Neruda y los Yutong

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - El acceso a la cultura cubana se logra desde cualquier sector. Nadie se queda fuera del atracón de arte y literatura ofrecidos como un tentempié espiritual para un pueblo convertido metafóricamente en el más culto del universo.

En Cuba lo mismo se matan cerdos en un combinado porcino con poemas, que se despide un muerto hacia la paz del sepulcro a ritmo de reguetón. Lo importante es la pachanga cultural. El esnobismo en cuotas normadas que pone al borde del infarto a un arriero frente al filme Los cuatrocientos golpes, de François Truffaut, o provoca un ataque de nervios a una recepcionista obligada a escuchar por los altavoces de una fábrica de fideos la Lucía di Lammermoor, de Donizetti.

Pero no es a esa cultura de altos vuelos estéticos a la que me quiero referir, si no a la de canciones como “padrino, quítame la sal de encima”, que ha traspasado los escenarios del solar y se instala entre las opciones culturales de un ómnibus Yutong.

Luego de las emocionantes peripecias para adquirir el boleto que incluyen hambre, altercados, chismes, ligues, robos, estafas, sobornos y otros actos afines, sólo le resta ir el día señalado a la terminal.

Ya frente a la puerta del Yutong, despachadas las cajas con refresco instantáneo y galleticas dulces (cuasi de palos) compradas en el boulevard de San Rafael, entras al confortable iglú.

En su interior, si no eres obeso ni tienes las canillas largas, ocuparás un asiento, rogándole a Dios que el viajero de adelante no le dé por reclinar el suyo, pues puede que te aplaste o te impida levantarte a orinar, si el baño funciona.

Vencido ese trámite, escucharás las amables palabras del jefe de la tripulación.

“Estimados pasajeros, gracias por elegir la opción (no existe otra) del Grupo Empresarial ASTRO para viajar. Junto con la bienvenida, les advierto que no se puede comer sorbeto, pan con pasta, congrí ni yuca con mojo en el interior del ómnibus, pues las cortinas se mandaron a lavar. Con nuestro dinerito”.

“Además –continúa-, la temperatura del aire acondicionado no se puede subir sin que se empañe el parabrisas, así que prepárense a pasar frío si no trajeron colchas, sobretodos, medias de futbolista u otras prendas para abrigarse. Queda terminante prohibido  encender hogueras en el pasillo. Pero lo más importante: el programa cultural es variado y de primera calidad. Contamos con un MP 3 de Marco Antonio Solís y un DVD del grupo Coca Loca. Ah, y los amplificadores son de última generación. Prepárense a gozar durante las 14 horas de viaje. Muchas gracias”

Y es ahí donde usted, aunque lo consideren picúo, demodé, o fuera de onda, quisiera alejarse del ómnibus a la distancia de un Pablo Neruda cuando escribió en una situación desesperada:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada / y tiritan, azules, los ASTROS a lo lejos. ¡Solavaya!