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Los huevos cluecos  

Juan Carlos Linares Balmaseda  

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Diálogo real entre un vecino huidizo y un periodista independiente, conocido del barrio.  

–Oye, la gente anda diciendo de que eres un terrorista –dijo el vecino.  

–Será porque no le dan importancia a la libertad de prensa. Aquí, escribir sobre lo que molesta al gobierno aterra a la gente. Es lo que hago –dijo el periodista. 

–¡Le zumba el mango! Estoy comiendo huevos en el desayuno, el almuerzo y la comida –cambió de tema el vecino–. Compré un estuche con los últimos 45 pesos que me quedaban. Oye, a la carnicería no llega nada, ni pescado, pollo, y mucho menos carne, ni siquiera picadillo de soya, y en la calle no se consigue ni arroz.  

–Yo estoy igualito que tú, comiendo huevos en todas sus modalidades, y sin un kilo en el bolsillo -cierra el paso a toda insinuación de un préstamo. 

–Oye, qué malo está esto, y dicen que la cosa se va a poner peor. El chino (Raúl Castro) es más tacaño que el hermano. Por lo menos yo estoy a huevos fritos, hervidos y en tortilla, ya no sé de qué forma comerlos, aunque hay gente en peores condiciones.  

–Cómetelos cluecos  –sugirió el periodista. Hice un pudín con tres panes viejos que pude reunir y una libra de leche en polvo que compré en la bolsa negra, y los batí con un poco de agua. Los dos huevos que me quedaban los eché en la batidora, y no me percaté que el segundo estaba podrido. ¿Quieres probar el pudín? 

–¡Qué va, pa´que me vaya en diarreas!  

–A nadie en casa le cayó mal. Te aseguro que el miedo al libre flujo de información provoca más daño que comer huevos cluecos, y hasta tienen mejor sabor.