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Allá por Guaracabulla Leafar Pérez LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Guaracabulla, en el municipio Placetas, Villa Clara, es una pequeña ciudad en cuyo centro se levanta una ceiba sembrada el 20 de mayo de 1902, día de la fundación de la República. En Guaracabulla vivió hasta el pasado año Pedro Osés (1954-2009), pintor minusválido que se dio a la tarea de plasmar en sus lienzos las leyendas y tradiciones de la zona. Historias para contar hay muchas: Josefa Margarita María Petronila Ponce de León, la momia de Matanzas. Un cadáver que por trámites burocráticos residió durante 20 años junto a la familia del Dr. Ercilio Vento, quien lo conservó durante ese tiempo. Robada por un loco en 1980 y rescatada por la policía, se le entregó al doctor para su identificación, pero no pudo ser enterrada nuevamente pues no está escrito en la ley que un cadáver sea sepultado dos veces. Las historias que se tejieron en torno a la familia iban desde que la muerta paseaba de noche por las calles, hasta que el médico dormía junto a ella. No puede faltar la religión en nuestra historia. Desde las creencias de nuestros aborígenes hasta el credo católico, la fe protestante, los cultos africanos, asiáticos, judíos y musulmanes. En la zona del antiguo central Violeta, lugar donde viven descendientes de haitianos, siguen practicando el vudú, a pesar de las prohibiciones del gobierno y la persecución de la policía. Sus ceremonias, toques de tambores y sacrificios sobrecogen, pero muestran la amplia diversidad de credos que conforman la nación. Cayo Granma, en el Golfo de Guanacayabo, en la desembocadura del río Cauto, es una isla tan pequeña que no tiene espacio para un cementerio. Cuando alguien muere hay que llevarlo en un cortejo marítimo hasta tierra firme, a un cementerio tan cerca del mar que cuando sube la marea cubre decenas de tumbas. En la zona se reúnen cientos de personas en improvisados templos de guano buscando solución a sus problemas. Llegan para curarse de la tuberculosis, deformidades físicas o problemas neurológicos, entre otros motivos. Son poblados abandonados a la buena de Dios, donde no llegan ni los médicos. |