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Una visita imprevista Tania Díaz Castro LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Estaba sentada en la sala leyendo la vida de León Trotski escrita por Harry Wilde, disfrutando las intrigas de Lenin en su primera etapa como bolchevique, cuando tocaron a mi puerta. Era una joven pareja desconocida. Se identificaron como estudiantes de medicina latinoamericanos que estudian el tercer año de esa carrera en la Universidad de Girón. Ella de Guatemala y el de Bolivia. Venían con grandes mochilas a sus espaldas y dijeron, discretamente y con su acento característico, que andaban vendiendo algunas bisuterías y prendas de vestir, porque necesitaban dinero. No me dijeron para qué ni tampoco les pregunte. -¿Qué les parece Cuba y su dictadura? La muchacha no respondió. Fue el boliviano quien dijo: -Hay cosas que nos parecen mal, pero debemos respetar la política del gobierno, del que estamos muy agradecidos. -Pero no es el gobierno el que les paga la carrera, es el pueblo, y el pueblo está pasando las de Caín hace medio siglo. Encima de todo es un pueblo sin libertad. -En Bolivia tenemos libertad, pero también hay problemas. Hay mucha miseria. -¿Tanta como aquí? –pregunté. -Bueno… es una miseria distinta. -Sí, aquí la miseria está bien repartida. La muchacha comenzó a guardar sus productos. Se levantó de la silla y mostró deseos de irse. Continuaba sin hablar, como asustada, impresionada ante el dialogo imprevisto. -Lo fui, pero en los años ochenta abrí los ojos. Estuve dormida con el opio del comunismo más de veinte años. Ahora soy periodista independiente. Escribo la realidad de mi país, la que oculta la prensa oficial. Y se marcharon sorprendidos, como asustados, pero con su carga de baratijas, en busca de dinero.
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