www.cubanet.org
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor.
 

Aniversarios, rumores e incertidumbres

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El inicio de 2008 ha traído un montón de rumores, un listado de aniversarios cerrados y las incertidumbres ante los  “cambios estructurales” anunciados en julio del año anterior por el gobernante en funciones. Los rumores colindan con las dudas como recurso de reflexión y búsqueda, pero las dudas fijan un límite a la confianza y a la fanfarria del poder absoluto, cuyos propagandistas abren el baúl de los símbolos y condimentan el guión político a base de festividades históricas y elecciones legislativas como plato fuerte.

El listado de las “batallas revolucionarias” evocadas por el periódico Granma y el juego sin contrarios de las elecciones parlamentarias del 20 de enero, me parecen los restos de un naufragio. Un naufragio con sobrevivientes que controlan la quietud sin nombre de esta isla bulliciosa, cuyos diputados “escogerán” por unanimidad a los miembros del Consejo de Estado, el cual “representará a la Asamblea Nacional entre uno y otro período de sesiones”.

El problema está en cómo barajar las expectativas pues la gente fue llamada a reflexionar desde la máxima instancia del gobierno y la catarsis arrojó el anhelo de cambios. Millones de planteamientos clasificados por los comisarios del régimen fueron expuestos en la última sesión del Parlamento. Se rumora que los problemas ya eran conocidos por los viejos gobernantes, expertos en manejar las frustraciones, agitar el miedo al futuro y desatar las incertidumbres que trae consigo el sueño fugitivo de la libertad.

No es bueno identificar nuestras esperanzas con la realidad. Imaginar el mañana bajo un régimen de terror, dependencia y miseria parece un espejismo. A veces los rumores y las expectativas de cambios colindan con el simbolismo de las efemérides oficiales y con los rituales electivos de un Parlamento sin opositores, que ejecuta sin sobresaltos la voluntad de un caudillo envejecido en el poder.

Los rumores giran en torno a la enfermedad del gobernante reelegido como diputado, lo cual posibilita su ratificación como Presidente del Consejo de Estado, desde el que ha nominado al Consejo de Ministros, encabezado por él desde hace medio siglo, sin abandonar sus funciones como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas ni el liderazgo del Partido Comunista, “fuerza superior de la sociedad y el Estado”, según la Constitución cubana.

Si el máximo líder no se aferra al poder, la Asamblea Nacional recibirá luz verde el 24 de febrero para designar al hermano del caudillo, el cual actúa desde 1959 como piloto automático y como Presidente en funciones hace más de un año. En ese caso, el Comandante Castro seguirá al frente del Partido, las Fuerzas Armadas y escribirá sus “reflexiones” para asesorar a los fieles; mientras el General Castro hará algunos cambios para salvar al régimen y controlar a los opositores que intentan democratizar al país.

Todo muy bonito y bien amarrado. La misma quietud, el mismo paradigma de poder, los mismos hombres en el gobierno y el país con sus problemas a cuestas, mientras se barajan la lógica del juego y el tirano habla como profeta en nombre de la patria, la revolución y el socialismo.

Los aniversarios de 2008, los rumores de cambios y las expectativas de la espera acercan la brújula a los esquemas de siempre. Los coristas de la Asamblea Nacional se ajustan al guión. Antonio Castañeda, el primer babalawo elegido como Diputado, acaba de afirmar a Reuters su deseo de “que Fidel estuviera al frente siempre”, pues sabe que lo protege Olodumare, el ser supremo de la religión yoruba.

Con diputados como este no hace falta especulaciones. Hay que esperar a que aclare el horizonte y se aviente el polvo de los falsos ídolos. El tiempo será piadoso con los que usaron máscaras patrióticas para encubrir el miedo