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Gratuidades y supercherías Oscar Espinosa Chepe LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En Cuba se ha hablado constantemente de las supuestas ventajas de la sociedad instaurada en 1959, entre las que se mencionan las llamadas gratuidades en la educación y la salud pública, así como un pretendido generoso sistema de seguridad social universal, y precios subvencionados para muchos servicios y productos, en particular los alimentos. En el caso de la educación y la salud pública, la propaganda oficial presenta al Estado convertido en Hada Madrina, que regala sin contrapartida alguna el bien de la enseñanza y el cuidado de la salud de los cubanos, cuando en realidad todo es pagado por los ciudadanos mediante su trabajo, o a través de créditos externos que deberán abonarse posteriormente con los consabidos intereses. El hecho cierto es que se trata de una redistribución de los ingresos de la sociedad, en especial por medio de instrumentos fiscales, con el objetivo de darle oportunidad a todos los ciudadanos, sin considerar los aportes individuales, o en algunos casos la falta de esos aportes a la riqueza nacional. La política redistributiva del Estado, para dar atención a los sectores más débiles de la sociedad no apareció en 1959. A pesar de las deficiencias y gobiernos corruptos de entonces, el número de camas hospitalarias por habitantes era superior a la mayoría de los países de América Latina e incluso las disponibilidades de camas públicas superaban a las privadas, aunque con una injusta distribución regional, según datos del Censo realizado por el Colegio Médico Nacional, en los años cincuenta del pasado siglo. Información resaltada por Jacinto Torras, economista de filiación comunista, en uno de sus trabajos reeditado en la revista Economía y Desarrollo No. 13 de 1972. En la mayoría de los países existen políticas encaminadas a la redistribución de los ingresos. Ciertamente en algunos hay ineficiencias e inequidades, pero otros poseen altos estándares ampliamente superiores a los cubanos, sin tanta propaganda. Algo parecido puede mencionarse en cuanto a la educación, en la que a pesar de los problemas y las injusticias existentes en la Cuba pre-revolucionaria, fundamentalmente en zonas rurales, hasta finales de la década de 1950 había importantes avances en relación con el inicio de la república en 1902. La educación pública se extendía desde la primaria a la universidad, con acceso a niveles de conocimiento reconocidos internacionalmente. No se puede olvidar que en esas instituciones públicas, sobre todo en los institutos de segunda enseñanza, escuelas de comercio y universidades, prevaleció un acendrado patriotismo y amor a la libertad, siendo cunas de rebeldía y defensa de los intereses democráticos y populares. El descenso de la instrucción es ya muy palpable y ha obligado al gobierno a efectuar determinadas rectificaciones. Los fallos se han evidenciado notablemente en los dos últimos años hasta en exámenes de ortografía realizados a alumnos a punto de graduarse en las universidades, donde el fracaso ha sido escandaloso. También resulta impactante la alta cantidad de suspensos en los exámenes de español, matemática e historia realizados para el ingreso a los altos centros docentes este año. Prueba fehaciente del bajo nivel existente en los niveles primarios y secundarios de la educación cubana. Al mismo tiempo resalta el atraso en la enseñanza cubana con respecto a otros países. Mientras en Uruguay, Brasil, Perú y Venezuela se entrega o proyecta entregarse masivamente computadoras a los alumnos y el acceso a Internet es usual, en Cuba no fue hasta abril de 2008 que se permitió la venta de computadoras a la población, pero en moneda convertible y a precios elevadísimos. Paralelamente, no se permite Internet en los hogares, y sólo se brinda intranet a personas autorizadas de las esferas médico-científica y cultural. Si bien la educación clásica con el profesor y el aula siguen teniendo importancia, es insuficiente debido al avance de los conocimientos y la tecnología. Hoy, sin acceso a Internet resulta difícil la preparación de estudiantes y profesionales competentes. La falta de recursos y el descenso en la creación de riquezas no sólo ha afectado esas esferas, sino también casi ha reducido a la nada los beneficios existentes en la seguridad y la asistencia social. En el caso de los jubilados, la pensión promedio no rebasa el equivalente a 12 dólares mensuales y la asistencia social por núcleo beneficiado resulta inferior. De igual forma, el monto del financiamiento para subvencionar los precios de los productos vendidos por el sistema del racionamiento ser reducen, al sacarlos de ese sistema. |