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La infracción no está en los papeles

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubant.org) - El pasado domingo 19 de septiembre el Noticiero Nacional de Televisión divulgó un nuevo reportaje sobre la escasez de medicamentos en La Habana. Otra vez los funcionarios airearon cifras de producción que al final nadie sabe a qué mercado se destinan. En tanto, el público se quejaba de las mismas dificultades de siempre, con idéntico malestar, pero con la acostumbrada cautela. 

Por ejemplo, es notorio que ninguno de los entrevistados haya dicho que los mayores acaparadores de medicinas para la venta por la izquierda continúan siendo los empleados de las farmacias. A no ser que lo dijeran y sus declaraciones fuesen censuradas. De lo que no hay dudas es que todos lo saben. 

En los almacenes y farmacias, pero con una incidencia más general en estas últimas, radica la base del mercado negro de medicamentos en La Habana.
Los controles implementados por las autoridades de salud pública, menos eficaces cuanto más numerosos y machacantes, parecen concentrarse especialmente en los almacenes. Sin embargo, los farmacéuticos sólo tuvieron que cambiar el modus operandi para seguir siendo la fuente de tan indolente fechoría.

Y además, con la conciencia limpia, según ellos, porque para revender no tienen que robar.

Basta con que cada uno se pertreche con una buena cantidad de recetas acuñadas y firmadas por los facultativos. Con estas recetas pueden apoderarse “limpiamente” de los medicamentos antes de que salgan al mostrador, pagando su precio legal, claro está, pues la reventa les permitirá multiplicar con amplias ganancias el dinero invertido. 

Donde se hizo la ley se hizo la trampa. Y aquí tenemos la prueba una vez más. No hay infracción según los papeles. Así que no hay mecanismo burocrático que pueda impedirla, porque tiene su base, ante todo, en el torcimiento del espíritu humano. Y este es el único ámbito que ha escapado siempre al control y a la implacable vigilancia de las dictaduras, aunque no a su influencia degenerativa. 

Ya que no alcanza el dinero para costear la vida, y menos que el dinero parecen abundar los cánones morales, la gente no atina sino a sacar dinero de donde pueda, por reacción instintiva y sin contemplaciones, al puro estilo de las cavernas.

Después de todo, no es menos grave la infracción del régimen, quien se ha dedicado a hacer proselitismo político mediante el regalo a otras naciones de medicinas, sistemas y caros equipos médicos que los cubanos de a pie no tienen a su alcance.

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