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La cojera de Berman

Odelín Alfonso Torna (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Pedrito es un chico de 11 años de edad, vive a escasos metros del cruce de trenes conocido como el Café Colón, punto que divide a los municipios capitalinos de Arroyo Naranjo y Diez de octubre. Cada tarde, aún sin despojarse del uniforme escolar, ayuda a su padre a vender los aguacates cosechados en el patio trasero de la casa, dos árboles que cada temporada bendicen con sus frutos a la familia. Ambos alternan el pregón, también la conducción de un vagón de albañilería en el que exhiben la clase más demandada de aguacates, los aguachentos.

Mientras familias de cubanos como la de Pedrito consiguen sobrevivir, y no necesariamente atados a regulaciones, impuestos de toda clase o declaración jurada por lo que venden o dejan de vender, un legislador norteamericano impulsa un proyecto para relajar la venta de alimentos a Cuba y eliminar los obstáculos para que estadounidenses puedan viajar a la isla.

Al demócrata Howard Berman, “cojo pero no paralizado” en su empeño, según él manifestó el pasado 20 de septiembre, de seguro le sobran las muletas. Digo “muletas” porque sectores dentro y fuera de la isla, “analistas” que saborean la propuesta sobre cojines de espuma, nunca comprarían con el dinero recaudado de una carretilla repleta de aguacates, el pollo norteamericano que vende el régimen de Raúl Castro en las Tiendas Recaudadoras de Divisas.

Aún así, no sé si quienes se esmeran en oxigenar con dólares y otras prebendas al régimen cubano, estén amamantándose del “doble rasero” y en nombre de la reconciliación, quieran sentarse en la mesa de las toronjas, las tostadas con aceite de oliva y los vinos añejos. Habrá que preguntarle a Berman y sus compinches, por qué el gobierno de Raúl Castro despide medio millón de obreros, al mismo tiempo que capacita y aumenta el empleo de policías, auditores ministeriales o coordinadores para el Comité por la Liberación de los cinco espías cubanos.

Tanto los que recogen firmas intramuros como quienes le untan vaselina al congreso norteamericano en nombre del diálogo, la reconciliación y el fin del embargo norteamericano, saben que financiar a la izquierda mejor alimentada de América, supone cadenas y no pavos para las navidades. Un elemento adicional, ¿qué sentido tienen los vuelos fletados en una sola dirección y el contacto pueblo a pueblo, si se insiste en ese estribillo de vanguardia que dice: “en cada cuadra un comité y en cada barrio revolución”?

¿Compasión ahora que la revolución presenta dificultades, que circunstancialmente se reforma y libera presos de conciencia a petición del clero?   

En otras circunstancias me gustaría sumarme a la cojera de Berman, pero no puedo blandear mi voto por el fin de la tirantez entre ambos gobiernos, ahora que después de medio siglo el piano de las canturías revolucionarias se declara con comején.

¿Apostar por suavizar el embargo norteamericano, mientras las políticas hacia dentro vienen con acelerones y algo más?

Aún si fuese aprobado el proyecto de Berman por su comité de auxilio y la Cámara de Representantes de Estados Unidos, esto no logrará que el régimen de Raúl Castro cambie tanques de guerra por las tinas de leche prometidas. Espero además, que la alternativa Made in USA para oxigenar al régimen, fracase como la zafra de los diez millones, la siembra de café caturra, la Revolución Energética y las profecías del gran jefe. 

Fidel Castro declaró disfuncional a su revolución y la actividad privada reaparece con más impuestos que dientes en una cabeza de ajo. Algunos congresistas demócratas se abstienen de seguir a Berman (el cojo), las muletas no se hicieron para ellos.

La temporada de aguacates se acaba para Pedrito y su familia, esos sí se quedarán cojos. 

odelinalfonso@yahoo.com




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