Gladys Linares
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Aquella tarde, cuando Fifi salió a las tiendas para comprar un regalo de cumpleaños a su hermana, no imaginó los inconvenientes a los que se enfrentaría. Decidió que el regalo sería una cortina de baño.
Recorrió varias tiendas y nada de cortinas; y como no estaba dispuesta a irse con las manos vacías, consideró otras opciones. Fue entonces que llamaron su atención unos estuches envueltos en papel de regalo con un cartel: Oferta especial. Los miró bien y se dio cuenta que eran artículos de los que envejecen en las vidrieras, y preguntó a la empleada:
-¿Puedes explicarme en qué consiste la oferta especial? No hay ninguna rebaja, y además, son cosas que nadie compra.
-Es que el servicio de envolver para regalos normalmente se cobra aparte, y en este caso es gratis.
Fifi recorrió varios comercios, y tropezó con los mismos paquetes y los mismos cartelitos, hasta que en uno de ellos encontró lo que andaba buscando.
-Señorita –dijo a la dependienta- quisiera comprar una cortina de baño.
La muchacha, solícita, le trajo un paquete con una cortina convoyada con otro artículo, de los que no tenían salida. Fifi replicó:
-Solamente quiero la cortina.
-Lo siento, no le puedo vender la cortina sola.
Y regresó el paquete a su lugar. A Fifi no le importó. Ella quería la cortina, pero no hasta el punto de de pagar por otro artículo que se había “mosqueado” en la vidriera tres o cuatro meses, y del que no tenía ninguna necesidad.
Después de varias horas de ir y venir por las tiendas de La Habana, regresó con las manos vacías. Entonces tumbó unas guayabas de su mata, hizo mermelada y se la llevó a su hermana, que exclamó cuando recibió el pomo envuelto en papel celofán azul cielo, lazo rojo incluido:
-¡Qué bien me conoces! ¡Este es el mejor regalo que podías hacerme! |