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Presidente de todos

MarÍa Julia Pou / El País Digital

La semana pasada el Presidente de la República recibió a una delegación de disidentes políticos cubanos que visitó nuestro país para exponer acerca de la situación en que se encuentran todos los que se oponen al régimen castrista en la desdichada isla. Integran la misma las ya famosas Damas de Blanco.

Se trata de las esposas, madres e hijas de prisioneros políticos que han resuelto, desde hace varios años, congregarse en una iglesia de La Habana todos los domingos para desfilar silenciosas en frente de la misma portando no sólo sus tradicionales vestidos sino también una flor del mismo color en la mano. No hablan, no pronuncian discursos, simplemente están presentes como un respetuoso silencio pero vivo de la resistencia a la opresión.

Muchas veces han si acosadas y aun golpeadas por la policía política de Cuba, pero no han dejado de comparecer y su empeño les ha dado fama mundial. Se trata de un acto de valentía silenciosa y periódica que hasta el propio régimen totalitario ha tenido que aprender a respetar. Recibieron entre otras distinciones el premio Sajarov, que se otorga en Europa en recuerdo del valiente opositor al régimen soviético. En su visita a nuestro país junto con Armando Valladares -que estuvo 20 años preso por discrepar con Fidel Castro-, establecieron contacto con distintos dirigentes políticos y con la prensa.

El punto más alto de su visita fue sin lugar a dudas un episodio extraordinario por el protagonista principal del mismo. Solicitaron y obtuvieron que el Presidente Mujica las recibiera y escuchara. Este episodio no pasó inadvertido para nadie.

De un lado, diríamos que inevitablemente el Partido Comunista del Uruguay reaccionó indignado ante este episodio calificando a estos disidentes como terroristas y de ser financiados por los Estados Unidos. Por otra parte, tanto el Presidente como el Vicepresidente, sin abdicar de sus ideas profundas, recibieron a la delegación y escucharon sus puntos de vista.

Como uruguayos nos congratulamos de esta actitud que muestra una apertura mental que tanto bien le hace a nuestro país. Fue muy buena cosa escuchar al Presidente manifestarse contra "la filosofía de partido único y la posición de las verdades oficiales" especialmente luego de haber leído en sus "Coloquios" que Cuba se cae a pedazos.

Pero la reflexión más importante que nos merece la actitud de Mujica es que él actuó como presidente de todos, de los que siguen creyendo en la utopía revolucionaria de Fidel Castro -a pesar que él mismo considere que el modelo cubano no le sirve ni a Cuba- y de quienes nos aferramos a la doctrina de la libertad en toda su extensión imaginable.

Asumió en su plenitud el mandato recibido que, al surgir de una lección democrática en la que muchos no lo votamos participando en el mecanismo de legitimación del poder, hace que podamos y debamos llamarle "nuestro presidente".

El ejercicio del poder es generador de actitudes pragmáticas, se hace lo que se debe, se evita lo que se puede y se acepta la terca realidad que no obedece a voluntarismos ni dogmatismos. Y que así sea.





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