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La rifa

Gladys Linares

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Finita es una de esas personas que contagia con su risa. La conocí en casa de unos amigos. Entre anécdotas y chistes habló de su nueva manera de ganarse la vida: la rifa. Y mientras sacaba de una jaba una botella de aceite, un jabón de baño y un paquete de detergente, confesó: “Todo lo rifo por tres pesos cubanos.”

Explicó que son cien números; enseñó los que había vendido y concluyó:

-El viernes es el sorteo, por la lotería del canal 41, la misma por la que jugamos la bolita.

Jorge, el dueño de la casa, preguntó:

-¿Y aquellos dulces tan sabrosos que hacías, las señoritas, los pasteles?

-Muchacho, pero ¿tú no sabes que el azúcar se perdió? Ese negocio se ha puesto malo. La última vez que un inspector me pescó con la carga de dulces, me llevaron para la estación de policía. Estuve detenida varias horas. Me pusieron una multa muy alta y lo perdí todo. Pero ni así voy a trabajarle al Estado. La rifa es menos peligrosa. Voy a la shopping, hago un paquete, y vendo los números entre amigos y conocidos. Camino mucho, pero siempre gano algo. ¡Arriba, caballeros, compren su numerito!   

-Yo no tengo suerte, nunca me saco nada –dice Jorge.  

-La suerte es loca y un día te toca a ti, sólo tienes que insistir.

-Bueno, voy a ripiarme tres pesos en tu rifa.

Otros dos lo imitaron, y hasta yo le compré un número.




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