Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El siglo XXI  no se concibe sin teléfonos celulares. Según algunos, la comunicación permanente e interactiva entre las personas es lo que finalmente los pudiera salvar en caso de producirse el tan anunciado desmerengamiento nuclear, sustentado hace poco por la conferencia impartida por un científico norteamericano en La Habana. Como las noticias vuelan por el ciberespacio, tal vez el grito de ¡ahí viene la bomba!, logre poner sobre aviso y salvar en los refugios antiatómicos a los dueños de motorolas, samsungs y nokias.

Con el acceso de los cubanos a la telefonía celular un millón de aparatos se activaron en la isla. Todos los días más cubanos compran líneas, y el celular ya no es una rareza, sino un componente más de la vida.

Pititi se compró un Nokia y está aprendiendo a manejarlo. Por ejemplo, no contestar las llamadas,  sólo mirar el número y comunicarse desde un teléfono público. Aunque de última generación, su   Nokia no admite música, ni toma fotos, ni graba. Es un modelo, al parecer, muy seguro, puesto a prueba contra catástrofes provocadas por la naturaleza o el hombre. 

Quedó  demostrado ayer, cuando intentaba subir a un ómnibus en marcha  y el aparato cayó al pavimento, largó  la tapa, la batería, y el teclado se levantó de su sitio. Con una mano lo recogió todo  y con la otra se sujetó y subió al ómnibus. Allí colocó los dispositivos, intentó encenderlo, pero no pudo. Lo abrió otra vez, invirtió  la batería,  probó de nuevo y  nada. Lo dio por perdido y se sintió  desarmado. Cuando llegó a la casa su amigo Tonito tocó una tecla del teléfono y le dijo:

-Pon la clave, compadre, que esto es un Nokia.

Pititi puso la clave y se  conectó  otra vez con el mundo. Tonito sacó también  su Nokia  y le  dijo que  había leído que un científico norteamericano aseguraba que tras un golpe nuclear sólo las cucarachas y los Nokias sobrevivirán.