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Turismo social venezolano

Francisco Chaviano González

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) -  La aprobación por el Parlamento venezolano de un presupuesto para viajes vacacionales a Cuba con precios solidarios, me recuerda los años 60 del pasado siglo, cuando los cubanos comenzaron a viajar a Moscú para cursos de adiestramiento,  a estudiar en las universidades, o a conocer las bondades del socialismo; un turismo de recompensa para los  servidores de Castro. Más tarde se estableció una especie de intercambio turístico de bajo costo.

Internamente también se instauró una especie de turismo sui géneris: los campesinos vinieron a pasear a la Habana, y los capitalinos fueron a visitar las diferentes comandancias de los insurrectos revolucionarios en la Sierra Maestra. Se masificó el sistema de becas; muchos becarios eran hijos de campesinos, por lo que comenzó a escasear la mano de obra en la agricultura. Para aliviar el déficit se ideó el sistema de escuelas en el campo, y detrás de ellas vino un torrente de viajeros urbanos, familiares que cada semana iban visitar a sus hijos que hacían trabajo “voluntario” en la agricultura. Los más pequeños también viajaban frecuentemente a campamentos de pioneros para vacacionar.

El país quedó patas arriba con tal desequilibrio. Interpretado por muchos como política de buena voluntad del gobierno, se fue imponiendo el control político sobre el pueblo, despojado de sus más elementales derechos ciudadanos. En el aspecto económico ocurrió algo similar; la otrora azucarera del mundo se tornó incapaz de producir azúcar.

Una amiga que viajó recientemente al extranjero, contó que al regreso se encontró en el aeropuerto de La Habana una marea de gorras rojas y pullovers blancos que invadían las puertas de embarque; en las camisetas llevaban un sello de la República Bolivariana de Venezuela y unas letras impresas: TURISMO SOCIAL. Y explica la amiga: “Me acerqué a uno de los grupos y me contaron cosas interesantísimas. Llegamos a la conclusión de que el gobierno cubano se vende a cambio de petróleo para continuar controlando la situación del país, mientras Chávez gana adeptos entre los indecisos, además de convertir en incondicionales a sus votantes con la oferta de cinco días de turismo en Cuba, subvencionándoles la mayor parte de la estancia, gracias al turismo de bajo precio que han ideado ambos gobiernos como un medio más de manipular a las masas”.

Piensa la amiga que el tiro les saldrá por la culata, porque luego de las excursiones programadas para mostrarles las supuestas maravillas del socialismo, los venezolanos caminaron La Habana. “Quedaron impactados con nuestro sistema de transporte, el hacinamiento, las colas, las demoras para todo y la falta de aire acondicionado en nuestros ómnibus locales. Estaban perplejos por los sueldos de los trabajadores (muy inferiores al más bajo de América), y la mendicidad, a veces encubierta pero generalizada”.

Y concluyó mi amiga: “Los venezolanos aun no son conscientes de lo que se les viene encima por el afán de su Presidente de calcar el modelo cubano. Debían de observar el reconocimiento de Fidel Castro, luego auto tergiversado, de que éste no funciona ni para los cubanos”.

La experiencia del maleficio que hemos vivido deja algo claro: Venezuela corre gran peligro, porque si Chávez se consolida en el poder, perderán hasta su industria petrólera igual que nosotros perdimos la azucarera. Como en Cuba, la miseria se generalizará también en Venezuela.




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