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Las regatas y la pesca de la aguja

Frank Correa 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Antes de la prohibición de los viajes de norteamericanos a Cuba, todos los años se celebraban las regatas en la marina Hemingway, complejo turístico de cuatro canales habilitados para el atraque de barcos, enclavado al oeste de Jaimanitas.  

No eran solamente norteamericanos  quienes  participaban en el evento; un número significativo de turistas procedentes de otros países visitaban la isla por esos días, y la economía del pueblo crecía durante el tiempo que duraban las regatas. Los bares  El Rumbo, El Dino y Fotoservice, se llenaban de extranjeros y las juergas duraban hasta el amanecer. 

La economía del pueblo crecía notablemente. Las casas de huéspedes se llenaban, los dueños de autos particulares rentaban por la izquierda, los vendedores furtivos de langostas y camarones agotaban sus ofertas, y las chicas que salían con  extranjeros aseguraban pequeñas fortunas, aparecía una pléyade de limpia autos, recaderos, intérpretes, custodios provisionales, guías turísticos,  hasta los policías cobraban  peaje por hacer la vista gorda. 

En las mañanas se alistaban los barcos de velas a la altura del cuarto canal para el disparo de arrancada. El mar salpicado de colores fosforescentes que brillaban bajo el sol constituía un hermoso espectáculo, los botes atizados por el viento pasaban frente al pueblo en dirección este para girar en las inmediaciones del Club Habana y regresar a la marina, recorriendo este trayecto varias veces. Era una verdadera fiesta del mar que todos disfrutaban año tras año. 

Con el torneo  internacional de la pesca de la aguja sucedía algo parecido. Decenas de embarcaciones con banderas de Estados Unidos y otras naciones colmaban los cuatro canales. De noche las tripulaciones se iban al pueblo a  beber y conocer Cuba. Muchos matrimonios y amistades imperecederas nacieron al calor de las regatas y el torneo de la pesca de la aguja, que terminó de un plumazo con la suspensión de los viajes de los norteamericanos a la isla. 

Sin la participación del coloso del norte  estos eventos náuticos arraigados en la vida de Jaimanitas perdieron interés, y el número de  participantes de otros países decayó, a tal punto, que las regatas se suspendieron y el torneo de la pesca de la aguja ha quedado como un certamen de carácter nacional, a veces con algún invitado foráneo que apenas sale del camarote.




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