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Miami-Dade: entre el totalitarismo y la democracia

Lázaro González Valdés, ex prisionero de conciencia

MIAMI, Florida, septiembre, www.cubanet.org -Fuentes confiables señalan que cuando un estado impide el desarrollo de las capacidades humanas fundamentales por cualquier motivo, los funcionarios gobiernan para provecho propio y no protegen debidamente a los sectores sociales más débiles, esa organización podría ir perdiendo su carácter de estado hasta convertirse en una agrupación dotada de fuerza. Tal es el caso de Cuba, donde por norma constitucional el partido comunista (PCC) es la única entidad que puede dirigir el estado y la sociedad, comerciar y tener empresas, donde la mayoría del pueblo es oprimida por el PCC para su beneficio.
 
Sin embargo este mal no solo se produce en estados totalitarios sino que se puede presentar en democracias e incluso en jurisdicciones más pequeñas como gobiernos locales. Por ejemplo, hoy en día los ciudadanos del condado Miami-Dade, estado de Florida, EE.UU., son gobernados por funcionarios cuyas disposiciones legales inclinan la balanza de la praxis oficiosa hacia la clasificación de grupo dotado de fuerza.
 
Algunas de las disposiciones acordadas o en espera de aprobación por el gobierno de Miami-Dade comprenden el aumento de impuestos a una población más que diezmada por el desempleo, recortes de fondos a programas sociales, incremento de las multas por violaciones de leyes y de los costos por trámites legales, así como aumentos salariales para empleados del gobierno a quienes de manera paradójica se les mantendrán bonificaciones y otros privilegios.
 
Con argumentos manidos como la necesidad de balancear el presupuesto y no desemplear bomberos o policías en perjuicio de la seguridad social (que decrece por día debido al aumento de los delitos producto del desempleo), funcionarios de Miami-Dade ignoran las necesidades, las opiniones y propuestas de ciudadanos cuyos derechos constitucionales al bienestar general y a que se les asegure a ellos y a sus descendientes los beneficios de la libertad se desvanecen en un contexto viciado por la corrupción, las normas arbitrarias con que se pretende enfrentar la crisis y la frustración de la generalidad de los residentes en la zona.
 
Se sabe que bajo cualquier gobierno no totalitario puede haber una minoría frustrada contrapuesta al bienestar de la mayor parte de la comunidad pero en el Miami-Dade actual esta fórmula se invirtió y reina la frustración. En estaciones de radio como La Poderosa, 670 AM, hay quienes exigen la intervención de las autoridades federales para que erradiquen la corrupción y reviertan por anticonstitucionales las disposiciones condales arbitrarias.
 
“Debemos recoger firmas para que el gobierno federal se meta en nuestro condado y ponga orden”  -sugirió un radioyente de La Poderosa.
 
Declaraciones de este tipo confirman lo que se comenta a gritos en las calles donde la gente no cree en el gobierno de Miami-Dade, duda de la honestidad de muchos funcionarios y de su capacidad para solucionar problemas. Pero la peor noticia es que ya algunos consideran que este gobierno emula en totalitarismo con el del PCC.
 
“Esto ha terminado en una especie de comunismo con comida”, dijo un exiliado cubano en la fila de una oficina del Department of Children and Families mientras esperaba su turno para solicitar sellos de alimentos. El hombre concluyó diciendo: “Lamentablemente el sueño americano en Miami-Dade ha sido convertido en una pesadilla sin final”.
 
Por mí parte espero que el compatriota esté equivocado y los funcionarios de Miami Dade demuestren con hechos el beneficio de pertenecer a un estado democrático, porque fallar podría ser equivalente a llenar de combustible el tanque de la locomotora del totalitarismo.




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