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La irreverente Chakira  

José Fornaris (PD)

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Aunque su nombre, por alguna asociación, pudiera evocar al trigo y una blanca piel, nada tiene que ver con el cereal. Es negra, y sólo tiene blanco los dientes. Adoptada. Se la dieron, con  40 días de nacida y con evidentes problemas de salud, a un joven matrimonio cuya vivienda colinda con la nuestra. Mi esposa cargó con ella y la llevó a una veterinaria amiga. A partir de ese momento, sólo regresaba a casa de sus dueños cuando caía la noche. En la mañana, en cuanto salíamos al patio, llamaba con sus ladridos para que fueran a buscarla.

El azar puso su parte. Su ama, en estado de gestación, fue hospitalizada. Y a partir de ahí “nos  sacamos la lotería”. No se ha ido más.

Es una Cocker Spaniel. Pero tiene partes fastidiosas de gente y de perro. La teoría de que cuando cumplen el año comienzan a “sentar cabeza”, con ella quedó batida. En junio fue su  onomástico, y la situación en vez de mejorar ha empeorado.

Antes, como el techo de la casa es de dos aguas, se sentaba en la parte más alta a mirar hacia la calle; ahora corre por el techo en cuanto tiene la más mínima oportunidad en busca de algún gato, y en la carrera salta para el techo del vecino, de donde no puede regresar. Entonces solicita ayuda a ladrido limpio.

En una ocasión saltó del techo hacia el patio de un vecino en sus cacerías gatunas. Es de tamaño mediano, pero su ladrido es un estruendo.

En cuanto siembro alguna planta va y la arranca y se exhibe con ella en la boca alrededor del patio. Acarree  todas la piedras medianas que había dispersas por el entorno, y buscando darles algún uso estético, levanté algo parecido a una pirámide.

Acabó casi de inmediato con mis ínfulas de arquitecto inca. Convirtió el montículo en su principal coto de caza de lagartijas. Ha derribado decenas de piedras y ninguna le ha rozado siguiera una uña. Salta hacía atrás como una cabra experimentada.

Le place tirarles de las orejas o morderle las patas traseras a la otra Cocker que hay en la casa, que es vieja y se molesta sobremanera por esas irrespetuosidades. Pero ni se inmuta  con las reacciones un tanto violentas de su congénere.

Su lugar predilecto para echarse es sobre mis pies. O en su defecto sobre mis chancletas. Por mucho sigilo que  ponga para entrar en la casa ahí está ella esperando que abra la puerta para tirar de los cordones de mis zapatos y de los bajos del pantalón. Y para saltarme encima. Cuando salta siempre  da en el mismo sitio, es un lugar que duele. Hay que colocar un protector en esa zona, porque de lo contrario el “retiro” puede llegar antes de tiempo.

Cuando mi compañera cree que está haciendo algo inadecuado, y eso no es extraño, le dice mi nombre y que me busque.  Da nada vale que argumente que no deseo ser encontrado. Va a donde estoy y me muerde las manos, y los pies si ando sin zapatos; me tira de la camisa o de los pantalones. Si estoy escribiendo pone las patas encima del teclado y distorsiona todo lo que está en pantalla.

Ya nunca puedo dormir una mañana. No importa que sea el Día de la República o mi cumpleaños, miércoles o domingo;  20 o 30 minutos después de la siete, comienza  a darme con las patas y a ladrar. Si no me levanto, salta y se me encarama.

Se suponía, en un principio, que deseaba salir a realizar sus necesidades. Pero ese no es el asunto,  porque  se ha probado la variante de abrirle la puerta del patio y dejarla que vaya a lo suyo y que los bípedos continúen en la cama. En cuanto regresa repite la dosis de golpecitos con las patas y ladridos de requerimientos.

A su vez,  es defensora  inquebrantable de la integridad común. Al extremo que si algún visitante levanta un poquito la voz  o hace un gesto fuera de las normas sociales, monta en cólera y hay que sacarla de la escena.

Y aunque no acabo de entender la obligatoriedad de levantarse siempre a la misma hora, ni su increíble capacidad para la irrelevancia; por esas rarezas que tenemos los seres humanos, en la casa siempre estamos preocupados de que pueda ocurrir algo malo que nos prive de su presencia.

fornarisjo@yahoo.com




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