Aleaga Pesant (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - A las tres de la tarde un nutrido grupo de personas se apiñaba en la parada del P-2, autobús que va del Vedado al Cotorro. Los adultos conversaban, mientras los jóvenes se divertían con cualquier cosa. Las noticias sobre el desempleo que espera a medio millón de trabajadores, no parecían mellar la tranquilidad de los que esperaban.

Sus razones tendrá el público para no preocuparse. No es que confíen en papaíto Estado, o en las promesas de Raúl Castro de que nadie quedará desamparado. La gente no cree de la misa la media. La entrega de tierras prometida por el Presidente, por ejemplo, sólo se cumplió a medias, y poco se produce. El “perfeccionamiento empresarial”, luego de 20 años de instaurado, sólo involucra al 30 % de las empresas. La burocracia se defiende como bato bocarriba. Entregar las tierras, hacer eficientes las empresas o disminuir el personal bajo su mando, le quita poder a la burocracia.

Además, la corrupción es una de las características del gobierno central y sus dependencias.  Los directivos aspirantes a mantener el cargo caminaran por la cuerda floja, que va desde las decisiones de los superiores, a tratar de mantener a sus amigos y familiares en sus puestos de trabajo. Si pierden la confianza de uno de los dos soportes de su estabilidad, perderán güiro calabaza y miel.

El decreto exige, pero no facilita la eficiencia de las instituciones del Estado y las empresas, como primera medida para eliminar el personal excedente. Facilitar es sólo dar la independencia para usar los recursos y tomar decisiones, de modo conveniente para obtener beneficios.

El público que espera el autobús para el Cotorro sigue tranquilo. De todas maneras, no tiene manera de expresare a favor o en contra, de la decisión del gobierno. Hasta un día en que la tortilla se vuelva y el tiempo se ponga de parte de los que esperan. 

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