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Vendedores callejeros

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Entre los oficios derivados del periodo especial están los vendedores callejeros de confituras por cuenta propia, entre los que se destacó José “el rubio”, de la familia  Arévalo, de Guantánamo, y Miguelito Melón, también guantanamero, quienes hicieron  buen dinero vendiendo confituras clandestinamente.

La mercancía la compraban al por mayor a los trabajadores de la fábrica La Estrella: sorbetos,  huevitos de chocolate, africanas, galleticas rellenas con crema. En verano se iban a las playas  a vender la mercancía a los bañistas, y el resto del año lo pasaban en las calles con sus jolongos al hombro, pregonando la mercancía a media voz. José “el rubio”, Miguelito Melón y el poeta fueron los más notorios vendedores callejeros de Santa Fe y Jaimanitas.

En el año 2006 “el rubio” y Miguelito unieron sus ganancias y compraron  un viejo Chevrolet que utilizaban para buscar la mercancía  y transportarla  hasta la playa. Más tarde se pelearon,  vendieron el auto y cada uno se fue por su lado. José compró una casa en el reparto Fortuna, al pie del parque Lenin, que  perdió en un litigio con la Dirección Municipal de la Vivienda. Fue a vivir con su hermano a Santa Fe, se alcoholizó y caminaba por las calles cantando rancheras y proponiendo sus galleticas. Amaneció muerto en una celda de la Estación de Santa Fe, después que se resistió al arresto, acusado de vender sin licencia.

Ahora Miguelito Melón viene a La Habana sólo en verano. Vive en un cuartucho alquilado y vende confituras en Jaimanitas. El dinero  que gana lo lleva a Guantánamo para invertir en las peleas de gallos, de perros, y en la cría de puercos.

El poeta abandonó el negocio. Pero aún recuerda  el recorrido todas las tardes por las calles  del pueblo proponiendo bombones y caramelos, conociendo historias, gente, detenido y   trasladado en el patrullero también  por actividad económica ilícita, decomisada la mercancía, incautado el dinero, y las horas interminables prisionero en la  celda donde amaneció muerto “el rubio”, el más famoso de los vendedores callejeros.




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