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Hay que entender al Comandante

Luis Cino (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Que me perdone Katiuska Blanco que tanto se esforzó con la edición, pero del primer libraco estratégico del Comandante, no pude pasar más allá de las primeras páginas. Del segundo libro, recién presentado, acabo de leer la introducción, escrita también por el susodicho.

No tiene desperdicio cuando refiere, como si hablara del cerco de Leningrado o la batalla de las Termópilas, cuando a finales del verano de 1958, su grupo, asediado a veces de madrugada por una avioneta, como rutina, hostigaba con una ametralladora 50 y un mortero 81, “con escasos proyectiles, sin impulsores adicionales y muy poca puntería” a lo que quedaba de un batallón de los “sobradamente poderosos” casquitos, atrincherado tras una elevada muralla de fango, cerca del central Estrada Palma. 

Con tanto libro bueno por leer (incluidas, por qué no, las elucubraciones conspirativas de Daniel Estulin acerca del Club Bilderberg), en vísperas de un anunciado holocausto nuclear, ¿esa contienda manigüera merece dos libracos con más páginas que las memorias juntas del mariscal Zhukov y el general McArthur? ¡Por favor, que dejen el abuso! 

Últimamente, mucho más interesante que las memorias bélicas del Comandante (que en definitiva han sido contadas y recontadas mil veces) resultan las declaraciones que hace a privilegiados periodistas extranjeros después que  resucitó.  

Parece que el compañero Fidel  volvió a ser el Comandante en Jefe, sólo que por modestia o sabrá Dios por qué no se ha colocado el rombo rojinegro y los laureles en los hombros de la camisa de popelín verde olivo. Pero ahora es mucho más difícil seguirle la rima que cuando gobernaba a full. Cuando se pone en plan de confesiones, que es a cada rato, deja patidifuso al más pinto. Como ahora, que luego de confesar a Jeffrey Goldberg lo que todos los cubanos sabemos por experiencia, que “el modelo cubano no funciona ni para nosotros”,  el Comandante explicó en la presentación del nuevo libraco estratégico, que no quiso decir lo que interpretaron Goldberg, Julia Sweig y medio mundo, sino “exactamente  lo contrario”. 

Olvidamos que de tan irónico y sutil que es el siempre conspirador Comandante, una cosa piensa y otra es la que dice (si es que la dice). Debimos tener claro, ignorantes que somos, que en su idioma “el modelo” es una cosa y “el sistema” otra.  

Algunos creen interpretar que el Jefe acaba de quitar la retranca y dar el OK, la bendición, padrino, mete caña, Jefecito, para que el segundo secretario-general-presidente empiece a cambiar (ahora sí) todo lo que deba ser cambiado. El precio de los boniatos o el tamaño de los agujeros de los campos de golf, por ejemplo…  

Por mi parte, me paso con ficha. De tanto leer las reflexiones del Bloguero en Jefe en Granma y Cuba Debate, me acostumbré demasiado pronto a que el Comandante, a quien evidentemente Cuba siempre le quedó demasiado pequeña para su talla, delegara la tarea de remendar nuestros desastres en los generales y burócratas del Partido Único, para ocuparse Él, a tiempo completo, de los peligros que acechan a la humanidad. 

Ahora no entiendo nada de lo que dice el Comandante, que se responsabiliza pero no se culpa y menos se arrepiente, confunde cuando quiere  explicar y dice exactamente lo contrario de lo que quiso decir pero no dijo. ¿Será que soy cada día más bruto o que con tanto stress acabé definitivamente de fundirme como un bombillo ahorrador de un pasillo del Combinado del Este? ¿Podré ser capaz de descifrar el pensamiento del compañero Fidel antes que llegue el invierno nuclear? ¡Ayúdame, Randy Alonso! ¡Ilumíname, Katiuska Blanco!

luicino2004@yahoo.com  



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