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Cesantía masiva sacude a la sociedad

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Más del 70% de los cubanos nacieron después de 1959, y constituyen casi el mismo por ciento de la población económicamente activa. Crecieron escuchando que debían sacrificarse hoy para crear una sociedad próspera. Las carencias serían pasajeras. Pronto  tendrían más que el litro de leche diario, comprado hasta los 7 años a través de la libreta de racionamiento. Los padres tendrían el derecho a recibir un apartamento si trabajaban en la microbrigada de construcción. Algún día habría juguetes fuera del racionamiento.  Desde pre-escolar juraron: ¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Che! Tenían que repetir consignas, y mostrar agradecimiento porque a cambio recibían la educación y la salud pública “gratis”. 

Así, de generación en generación. Vieron secarse los grandes planes lecheros y desaparecer la industria azucarera; los juguetes venderse en las caras tiendas en divisas; las microbrigadas detenerse; las viviendas y cuartos atestados con los ancianos y los nuevos vástagos; los ínfimos salarios y pensiones pagados en pesos sin valor real; las mentiras para disimular los productos “luchados” para “escapar” en la bolsa negra; las ideas oprimidas para llegar a la universidad de los “revolucionarios”, o lograr una “tarjera blanca”, el permiso de salida de Cuba, que muchos añoran porque el gobierno dice que “si no te gusta esto, te vas”. 

Tantos perdieron la vida procurando cruzar el Estrecho la Florida, tantos han sido jineteras o presos comunes por vender unas libras de leche en polvo. Otros expresaron sus criterios y propusieron soluciones a los problemas nacionales, y fueron condenados a largas penas de prisión. Muchos han fallecido por los rigores de las inhóspitas cárceles, y también hubo muertos en guerras por el mundo.

El poder absoluto, detentado durante 51 años, ahora acusa a los cubanos de ser vagos, recostados a papá Estado. Pero  el paternalismo lo creó ese gobierno totalitario, que inculcó la espera y la inercia en seres humanos imposibilitados de ejercer su voluntad y decidir sobre su presente para construir el futuro según sus capacidades, calificación y creatividad. En esta sociedad de pobres económicamente, sin experiencia de trabajo y quehacer político independiente, con valores morales y cívicos trastocados, 500 000 ciudadanos están siendo privados súbitamente de empleo, por el prácticamente único empleador hasta el momento: el Estado. En el curso de 6 meses, ellos y sus familias tendrán que comenzar a “luchar” totalmente desprotegidos. En total la cifra ascenderá a un millón 300 mil personas en  tres años, según anunció el presidente Raúl Castro el 2 de agosto.

No caben dudas de que la crisis económica, política y social imperante en Cuba demanda cambios abarcadores y rápidos. Hasta Fidel Castro reconoció al periodista Jeffrey Goldberg: “El modelo cubano no sirve ya ni para Cuba”. Incluso la educación y la salud pública son un desastre.

Mientras el gobierno se tomó largo tiempo para definir sus intereses y prioridades, ahora se precipita sin crear condiciones previas para  los desempleados que no tienen ahorros para afrontar el despido. Requieren  licencias para trabajos por cuenta propia o abrir pequeños negocios, pero mover la nueva economía privada no será fácil por la burocracia, la carencia de recursos y la oferta de insumos, así como tener que abrir un mercado para clientes con grandes necesidades, pero sin poder de compra.
Simultáneamente, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) no explica a los “disponibles”  sobre sus gestiones –no realizadas- con las máximas autoridades para prevenir lo ocasionado durante tantos años, y ahora ayudarlos a afrontar tan duro golpe. En su pronunciamiento del 13 de septiembre, informó sobre las medidas del gobierno, y expuso: “Hoy el deber de los cubanos es trabajar y hacerlo bien, con seriedad y responsabilidad, lograr el mejor aprovechamiento de los recursos de que disponemos, para así satisfacer nuestras necesidades. Para el movimiento sindical y los trabajadores prestar la máxima atención a la reducción de plantillas, al proceso de disponibilidad laboral y al empleo, y lograr la adecuada utilización de los recursos humanos resulta tarea insoslayable.

Nuestro Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con plantillas infladas, y pérdidas que lastran la economía, resultan contraproducentes, generan malos hábitos y deforman la conducta de los trabajadores. Es necesario elevar la producción y la calidad de los servicios, reducir los abultados gastos sociales y eliminar gratuidades indebidas, subsidios excesivos, el estudio como fuente de empleo y la jubilación anticipada”. 

Y continuaba: “El éxito del proceso que ahora se inicia dependerá del aseguramiento político que desde el movimiento sindical y bajo la dirección del Partido los dirigentes sindicales demos previamente a las acciones que se deben emprender, y del consenso social que alcancemos sobre la pertinencia económica y política de este paso.” 

Anunció “nuevas formas de relación laboral no estatal como alternativa de empleo: entre ellas están el arrendamiento, el usufructo, las cooperativas y el trabajo por cuenta propia, hacia donde se moverán cientos de miles de trabajadores en los próximos años. Dentro del sector estatal sólo será posible ir cubriendo las plazas que resulten imprescindibles, en labores históricamente deficitarias de fuerza de trabajo, como la agricultura, la construcción, maestros, policías, obreros industriales y otros…Favorecer que la organización sindical en cada nivel de dirección contribuya al cumplimiento de esta política garantizará la continuidad de la construcción del socialismo cubano”.

El pronunciamiento más bien parece un llamamiento del Partido Comunista y el gobierno. Sucede que la CTC es una organización financiada por el Estado, y su secretario general es miembro del Buro Político del único partido existente. Habría que suponer que en el proceso de “actualización del modelo económico” y la reducción de los 500 000 trabajadores, se incluyan los presupuestos y la burocracia de las supuestas organizaciones no gubernamentales, como la misma CTC, los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, y muchísimas otras, y sea  iniciada por el partido, la Unión de Jóvenes Comunistas, la Unión de Pioneros y otras entidades políticas, que tienen serias dificultades para crecer y movilizar a sus miembros y la población.

Todas esas organizaciones deberían afrontar junto al pueblo la difícil situación que le viene encima. Los cubanos no deseamos mayores miserias y suicidios, ni aumento de los robos y la inseguridad ciudadana. Pero si no se abren rápidamente  las posibilidades de ganarse el sustento honestamente, podrían provocarse grandes tensiones en la sociedad, que no pueden resolverse con la represión, para las que el gobierno tiene preparadas sus tropas antimotines. La responsabilidad primera es de quienes ocasionaron el desastre; los militares tiene el deber de ayudar a una solución pacífica, y todos tenemos que garantizar un proceso justo y de cooperación entre los cubanos. Ya no está en juego la destrucción material de Cuba, sino de su pueblo: la existencia de la Patria. 



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