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Radicales que exigen eclecticismo para su credo

Lázaro González Valdés, ex preso de conciencia

MIAMI, Florida, septiembre, www.cubanet.org -La colisión entre islamistas e incineradores de copias del Corán confirma la esencia contradictoria del ser humano, condición que el refranero de Cuba resume con el dicho: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”. Por lo general las personas fueron, son y parece que serán intolerantes con quienes no comparten sus creencias. La Historia lo demuestra de modo irrefutable sin excepciones de tiempo ni espacio.

En el ámbito religioso, por ejemplo, los musulmanes piden comprensión para su doctrina pero en El Corán se formula que “quienes no decidan según lo que Alá ha revelado, ésos son los infieles” (Sura 5, 44) y en otra parte del texto se precisa “los infieles son para vosotros un enemigo declarado” (Sura 4, 101), “y para los infieles tenemos preparado un castigo humillante” (Sura 4, 151), “les hemos preparado un castigo doloroso” (Sura 4, 18).

Por su parte La Biblia no se queda atrás y, aunque en Éxodo 20:13 se advierte “no matarás”, poco después, en Éxodo 22:18, se ordena “a la hechicera no dejarás que viva”. Mandato que lleva implícito la posibilidad de matar a una persona por no pensar o actuar del modo requerido por quienquiera que sea el autor del libro.

Se podrá argumentar en defensa de esos textos que la interpretación adecuada de los mismos compete de forma exclusiva a los sacerdotes supremos de las religiones o a expertos en hermenéutica, pero ese argumento carece de base ante la evidente incitación a la violencia contenida en las citas anteriores.

En adición vale la pena señalar que en El Corán se condena el robo cortando la mano del delincuente (Sura 5, 18), en tanto que en La Biblia se dispuso pena de muerte para las mujeres casadas que tenían sexo con otro hombre (Deuteronomio 22:22).

Condenas igualmente arbitrarias y crueles también se encuentran en el escenario de las creencias políticas como se confirma en las injustas leyes impuestas en Cuba por el partido comunista o en Venezuela por el gobierno de Hugo Chávez.

La horrible pena establecida en Deuteronomio 22:22 tiene su homóloga en las leyes iraníes de hoy. De acuerdo a un informe de Amnistía Internacional “desde 2002, al menos 6 personas han muerto lapidadas en Irán bajo la acusación de haber cometido adulterio estando casadas” (lea el informe completo aquí).

Ahora mismo la señora Sakineh Mohammadi, de 43 años, está siendo torturada para que se autoinculpe la muerte de su esposo no obstante que fue absuelta de ese cargo según informó su abogado, Mohammad Mostafaei, quien huyó recientemente a Noruega por el “acoso al que estaba siendo sometido por parte de las autoridades iraníes”, de acuerdo al mencionado informe de Amnistía Internacional.  
 
Sakineh Mohammadi está condenada a recibir 198 latigazos antes de ser apedreada hasta morir, penas que sancionó un tribunal iraní porque la mujer presuntamente le puso sendos cuernos a su esposo con dos hombres.
El radicalismo de unas personas contra otras -ya sea desde posiciones de poder político, económico, religioso, social u otro- debe ser erradicado por cualquier medio posible, y además tipificarse de modo efectivo (no en papel y tinta solamente) como delito en contra de los derechos humanos.

Sin embargo, los funcionarios de estados democráticos parecen preocuparse más por sus intereses electorales (que a veces podría ser sinónimo de “monetarios”), partidistas, comerciales y diplomáticos, los que generalmente poco o nada tienen que ver con el bienestar y la seguridad de los ciudadanos.

Tal es la postura de Barack Obama, de quien la escritora cubana Zoe Valdés en referencia al caso de la iraní Sakineh Mohammadi ha señalado acertadamente que “ni el presidente de los Estados Unidos, ni su mujer, han expresado su desacuerdo con este acto de barbarismo reclamado y llevado a cabo por los islamistas, y por el Corán”. Paradójicamente el mandatario norteamericano, ignorando la libertad de expresión, usó todo el poder de su cargo para coaccionar al pastor Terry Jones a fin de que éste no quemara copias del Corán en su templo de Gainesville, Estado de Florida.

Por lo tanto, antes de poner punto final, me uno a lo dicho también por Zoe Valdés: “Ya sabemos cómo va el mundo, una mierda de cabeza”.
 
NOTA- Quien desee apoyar a Sakineh Mohammadi puede hacerlo firmando la petición de Amnistía Internacional en este enlace: http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/iran-lapidacion-mujer/, para ver si se evita que le den latigazos y pedradas hasta matarla por haber tenido sexo con quien le dio la gana. Gracias.




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